En el año 2010 fui al Panteón de Actores. Hacía
realmente mucho tiempo que no lo hacía. Herencia quizás de mi tío Antonio, que
cada vez que yo decidía contarle que iba a ir, sola o con Jorgito, nos repetía
aquello de que su hermano no estaba ahí, que tomaba mates, y escuchaba tangos
con él todas las noches. Él único que no era espiritista en la familia de mi
papá, era él.
Esa vez necesité ir, y
me entero por el cuidador que el cuerpo ya no estaba, que había sido cremado en
fosa común hacía ya un par de años. Al día siguiente comencé
a redactar una carta, previo comunicarme telefónicamente con la Asociación y
cerciorarme de los hechos. Era cierto. Lo habían
hecho sin nuestro consentimiento.
Luego de enviar la carta,
recibí una amable respuesta confirmando lo ocurrido, y afirmando que no habían
logrado ubicar a ninguno de sus familiares. Respondí a la misma
diciendo que mi papá no solo tenía dos ex mujeres, sino que estábamos mi
hermano y yo: en internet, en trabajos oficiales, en guía telefónica. Que no
estábamos en la edad de piedra... Ahí fui citada, previo
proponérseme remediar el error con la placa que yo desease que iría dentro del
Panteón. Asistí en horario de
trabajo, cuando ya estaba el nuevo agregado comercial. No era fácil que me
otorgase un permiso. Solo intenté que entendiese el conflicto.
-¿Te crees que porque te
venís con un "loden", podés llevarte todo por delante?
Lo miré sin poder creer
lo que me decía y no le respondí. Acoté: hace frío.
-¿Mucho frío tenés? , ¿Querés que te dé un matecito?
-No, gracias.
-Bueno, mirá, te citamos
porque lo que reclamás es improcedente. ¿Cuántos años hacía que no ibas al
Panteón?
-Muchos. No creo que mi
padre esté ahí. Pero esta vez necesité acercarme.
-Ah sí, mirá vos.
Nosotros llamamos a Julia Sandoval, la única mujer legal que tuvo y está muerta.
-Julia no está muerta.
Hablé anoche con ella.
-Eso es lo que figura en
el expediente de tu padre.
-¿Podés mostrarme ese
expediente?
A disgusto pero me lo
trajo, sin embargo no lo quería soltar.
Lo agarré de todos modos.
-Mirá vos, le dije. Mi
padre nunca se llamó Jorge, ese era el nombre artístico, y Di Paola tampoco
figuraba en su documento.
El expediente no solo
decía: Jorge Pedro Codicinio Di Paola, sino que se titulaba "Fallecidos
para la cremación que carecen de familiares". Ahí fue cuando más me
alteré.
Le pedí me lo permitiese
fotocopiar. Por supuesto que no aceptó, entonces decidí retirarme a lo que era
la Secretaría General. Ahí estaba como
secretaria una chica con la que habíamos creado un buen vínculo. Hasta me había
presentado a un tío segundo, dueño de una tanguería. Le pedí por el secretario
general. Su actitud ya era otra. Salió alguien que mostró
inmediatamente peores modales que el anterior, y comenzó a refutarme todo lo
que yo ya había anticipado por escrito. Quería al menos una placa. Una placa
que dijese: tus hijos, Rossina y Jorge. Mi hermano menor no estaba de acuerdo,
pero después de todo brothercito se llamaba igual. Sería solo para
entendidos...
Entre un despacho y el
otro me habían empujado por la espalda, agregando "rajá de acá, loca, te
crees que porque te venís con un lodennnn..."
Internamente pensaba,
como habían cambiado los tiempos para la Asociación. Cuando mi papá la había
presidido era una primera figura. A esta gente que me recibía hoy no la conocen
ni los propios padres....
Me retiré del segundo
despacho, y fui a seguridad. Ahí creé una escena, les
arranqué un cuadrito de mi papá que colgaba de una de las paredes junto a todos
los presidentes. Y le dije "este señor no los debería haber presidido nunca,
ni haber sido el único reelecto en la historia de la asociación". El joven de seguridad me
amenazó con llamar a la policía porque yo estaba robando. A lo que
inmediatamente contesté que ellos habían robado el cuerpo de mi padre, sin
autorización de ninguno de sus hijos. Se acercó el portero del
lugar. Era un señor que de solo verlo ya tranquilizaba. Me separó y habló por
lo bajo. Me pidió que no hiciese
nada más ahí. Que no valía la pena, más que levantarles una demanda por el
maltrato recibido y otra por la situación con el cuerpo cremado. Me dijo que él
estaba en ese puesto desde que mi papá presidía, que siempre lo había apreciado
mucho. Que me fuera a la SAGAI, que ahí estaba Jorgito Marrale, que quizás me
podría ayudar. Le agradecí por todo,
devolví el cuadrito aclarando que había sido un "acting", y me retiré
con los datos que me suministró este buen señor.
Regresé a la embajada.
Para calmar a mi jefe por la demora -con el que ya las cosas no estaban nada
bien- le conté todo lo ocurrido, y comprendió. Me comuniqué con la SAGAI
esa misma tarde, y también esa misma tarde me respondió Marrale, donde de la
mejor manera me sugería tratar de llegar a un acuerdo sin pasar a mayores, y me
aclaraba que nada tenía que ver SAGAI con el Panteón. Que lamentaba todo lo
ocurrido y que sí tenía para decirme que podía hacerme cargo de los derechos de
mi padre. Esa era la función de la institución. Que los herederos reciban un
dinero semestral por la cantidad de veces que se transmiten las películas en
los canales. A ese, lo sucedieron
varios emails más. Le conté que entonces, mi sueño era vivir en Montevideo. Él acababa de
regresar. Me auguró una pronta y feliz estadía en el país vecino mirando desde
mi ventana la fachada del Coliseo montevideano, según él, el Teatro Solís. Le hice saber que
a pesar de haber sido yo misma bautizada por el Padre Mario Pantaleo, desde que
él filmó "Las manos", yo intento pensar en el Padre
Mario y pienso en él... Se emocionó mucho.
Hoy justamente me
avisaron del nuevo depósito, nunca es mucho, pero es sentir que llega desde mi
papá. Tiene un valor muy simbólico. En esta oportunidad justamente cuando falta
una semana para que llegue al mar. Cuando casi mis dos libros están escritos y
tanto hablo de él. Con las dudas de siempre. Con mi deseo de perfil cero.
Lucas me decía en la
última sesión que no es casual. Lucas afirma que voy a
estar bien. Que es lógico que esté ansiosa porque me voy a mover de mi rutina
habitual. Que nada malo va a pasar y que él va estar los quince días detrás del
teléfono. Que no dude en llamarlo.
Presenté dos demandas
contra la Asociación. Una por los maltratos dentro, cuando yo había sido
previamente citada, y otra por la cremación sin autorización de sus familiares.
A los dos meses me
llamaron para comunicarme que se archivaban por falta de testigos.