Ray la esperaría el sábado al atardecer, ya que una intromisión imprevista impidió ese primer beso aquella misma tarde. Susie temía no saber besar. Su abuela, le había contado la primera experiencia, con un hombre mayor. Un recuerdo que guardaba como maravilloso, y que al mismo tiempo parecía querer sugerirle.
También le había vaticinado una larga vida, del momento que había logrado salvar la de su hermanito como una heroína. Eso era lo peor que le había pasado a la familia. Ellos eran la familia Salmon.
Parecía recordarlo, desde su cielo, o estar presente en ese entonces, junto a su familia y amigos que continuaban con sus vidas.
Susie no estaría para la cita con Ray. Aquel beso que no había sido, no sería jamás. Se fue sin saber si sabría besar. ¿La vida o la muerte le darían la oportunidad?
De cuando era muy chiquita recordaba las esferas, se sentía completamente adentro, atrapada en esos mundos perfectos. La apasionaban las fotos que le permitían registrar los momentos "antes de que pasen".
A pesar de estar muerta, Susie era capaz de crecer y madurar en el cielo ya que su perspectiva como narrador evoluciona a lo largo de la historia.
De su padre recordaría que los pasatiempos son saludables que enseñan cosas. Como esta historia que parece mostrarnos el desarrollo moral y psicológico de un personaje, desde la infancia hasta la madurez.
Le quedaba por elegir. Se trataba de trascender y aceptar o contemplar el mundo sin estar ella.
Ruth Connors, roza el alma de Susie cuando ésta abandona la Tierra en el año 1973, cuando es cruelmente asesinada. "La llevaría pegada para siempre", le diría más tarde Holly, la mejor amiga de Susie y compañera de cielo.
Ruth veía cosas que los demás no veían. Aceptaba la presencia de los muertos entre los vivos.
A su madre le dirían que no por encerrar el dolor, éste se iría.
A la mañana siguiente, me desperté pensando en el propio, en los propios, en aquellos que no me había atrevido a enfrentar. A esa casa de Luján a la que decidí volver, palpar, oler y volverle a dar vida. A tejer historia ahí dentro.
En la propuesta de ella, "si te hace bien, vení a vernos. No dejes de avisarme si viajás". Insólito, viniendo justamente de mi/nuestra eterna rival.
Claro, ahora que desde hace un mes él ya no está...
Esa noche logré dormir con la película y mis propios pensamientos entresueños. Me despertó un llamado desde Italia, del hermano de él, que hubiera anunciado lo irremediable en el caso no lo supiese ya y buscara afirmarme con absoluta certeza que "Claudio está bien", que le creyese. Que era él simplemente el encargado de agradecerme en nombre suyo y de su hermano por tantos años vividos, por tanta ayuda desinteresada, por tanto amor, por no haber sido jamás cobarde "porque lo único que no vale en el amor es la cobardía". Y cuánto lamentaba que "la" noticia hubiese llegado por esa vía tan injusta como la de un mensaje de texto. Que yo no lo merecía. No merecía haberlo sabido así.
Y ahora hacelo por mí, por Claudio, regalanos esto, dormí tranquila. Hiciste tantissimo por él, y sabé que está en paz.
-¿Y vos Ale? ¿cómo lo supiste?
-¿Cómo lo supe o cómo me enteré?
-Saberlo lo supe en el preciso instante en que él estaba partiendo. Lo sentí. Era mi hermano.
Y ahí comenzó una inesperada siesta. Tan impensada como necesaria.
UPDATE 05/03/2010: descubrí que ya está publicado el libro, que parece superar ampliamente al film en cuestión. Les cuento cuando lo termine. En "El ateneo" venden otra edición con pequeña recomendación muy taquillera de Isabel Allende.