Tengo tan sólo seis años, todos dicen que soy chiquita pero yo me siento grande. Algo así como una página en blanco donde se va escribiendo mi vida, y busco ser siempre lo que estoy haciendo. Otro sentido la verdad que no le encuentro. ¿Qué será la vida sino un camino incierto que vamos eligiendo?
Tendida panza arriba, amo mirar los techos, imaginándome que camino al revés. Los decoro, juego en ellos, y así suelo perder la noción del tiempo. Cuando sea grande quiero ser maestra. Adoro enseñar. Juego a ser grande. No me llevo muy bien con los chicos de mi edad. En general prefiero estar con los adultos, sus conversaciones me divierten mucho más que estar rodeada de niños. Cuando crezca sé que voy a casarme, separarme y volverme a casar. No sé si tendré hijos, eso aún no lo puedo intuir. Sólo sé que cuando miro señoras con panza, cierta melancolía me invade. Amo mis muñecas, no sé si alguna podré dejar de jugar con ellas. Dicen que cuando crezca sí, pero sé que las voy a extrañar. Y desde que aprendí a escribir, todo lo que me pasa lo cuento en mi diario. Tengo mucho miedo de que alguien lo lea, por eso me encierro a escribir y tengo un escondite para él, pero mi hermano y mi prima quieren encontrarlo y sé que tarde o temprano lo lograrán. Seguro quieren burlarse de lo que cuento. Peleamos mucho y mi abuela dice que no sabemos disfrutar de la niñez, que encima se va pronto. Me da tristeza pensar que sea así . Mi lugar favorito de la casa es la terraza que da a mi cuarto. Puedo salir a ella sin salir de él. Así que la mayoría de las veces nadie se entera. Durante el verano nadamos en la "mar chiquita" que compró mamá. Sin embargo me gusta mucho estar en mi cuarto y cuando hay sol me da como culpa. Por eso también adoro el otoño, y sobretodo la primavera que es la estación de mi cumpleaños.
Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde entre niebla y hastío. Extraño mi casa, sueño con volver. Creo que no resistiré vivir fuera de ella. Como si ya no fuese mucho, el barrio es otro, y estoy muy lejos de la escuela. Hay compañeras que dicen que me fui a vivir al campo, son muy tontas; sólo tengo dos buenas amigas.
Hoy vuelvo a la casa donde nací, tengo más de treinta años. He caminado por la vida de forma que el recuerdo no me atrapase. Es difícil oponerse, aún aceptándolo con entera sumisión. Traté siempre de unificar pasado y futuro para vivir sin ataduras el presente, más no lo he logrado. He perdido una y mil veces la dirección para encontrar el rumbo. Anoche me soñé de pequeña. Soñé con los días anteriores a abandonar la casa. Mis padres ya no estaban juntos, pero él aún vivía; aún podía decirle todo lo que lo quería ...
La angustia y la desazón que sentí al irme. Me fui de la casa y conmigo se fueron varias cosas, tenía doce años para ese entonces. Aquel abril de la mudanza, un año después de la guerra de Malvinas. ¡Qué miedo tenía! si recuerdo que en cada recreo compraba provisiones por si acaso no pudiésemos volver a salir. Las escuelas contaban otra historia. Nos contaban vencedores. "Los abriles pasan cosas”. Lo sabrías más tarde...
Hoy vuelvo a la casa donde nací, después de haberla recorrido una y mil veces en sueños. Después de haber transitado su vereda cada vez que la vida jugaba alguna mala pasada, cada vez que necesitaba recordar quién era yo. Hoy vuelvo a la casa donde nací, y tendré que volver a dejarte. Quiero recorrerla, sentirla, saber si conserva alguno de los tantos recuerdos compartidos. Pasó tanta vida en el paréntesis y estuviste ausente. ¿Sabrás que soy yo?, ¿Te acordarás de mí?
Hoy tenemos una cita, un cartel de venta visto por azar me permitirá por fin entrar.