Sacarte de adentro mío. Hay escollos. Parece un peñasco.
Somos uno. Y sin embargo, la duplicidad, la ambivalencia. La piedra que pesa, la añoranza que irrumpe. Lo elige; sí lo elige. Blanco, negro, pasado, futuro. Que sea como antes. Como antes de ahora que el todo era nada y se sostenía.
Te revelé, te regalé, lo mejor de mí.
Estoy aprendiendo, pienso.
No, así no. Es tuyo. Acaso alguien te cuenta a vos...
Si era verdad ¿Estuvo mal en decirlo? ¿Si pensó que ayudaba?
Porque no pasaba que me contaras y yo te contara, y que fuese entre dos, y y que jurásemos los para siempre.
Como el verde, y el rojo. Como el instante y la eternidad. Como el frío y el calor; la soledad y la compañía, aunque no dejemos de ser uno...
La consecuencia del secreto, de la confidencia mal guardada.
¿Dónde estás hoy? ¿Qué estarás haciendo en este instante en que te pienso y te traigo? ¿Tan rotundo fue mi no que decidiste tomarlo en cuenta? Yo hubiera peleado, la hubiese peleado.
Porque no pasa muchas veces que dos almas sean pares. Las gemas en extinción; la ola que agita, la roca que no se desintegra. El nudo que no se desata.