21 de noviembre de 2011

Confesiones

Extraño. En curso. Sin dirección.
Incipiente. Agudo; perfora; electriza. La emoción trae el brívido; fue verdad. Certeza entre incógnitas. Misterios a develar, o asumir lo concluyente.
Que si Dios no existe habría que inventarlo. Qué no sé que me pasa, y si no sé de vos el color del día cambia. Que falta mucho todavía. Por suerte.
Trascendernos. Limitarnos.
Que estoy muy feliz de que existas. Más en tierra, más firme, más seguro.
Que sí te quiero acompañar, y en todo. En el resurgir y en las posibles caídas. Que el encuentro justifica montones de ayeres y de finales tácitos. Sin fin.
La irracionalidad de la incongruencia. La certeza de lo efímero.
Los estados varían de acuerdo a tu compañía y complicidad. Sé que cuento con vos, que sos mi par. Donde no hace falta fingir ni poner tupido velo a ninguna de nuestras neurosis ni verdades.
Vamos por certezas, sin camino prefijado. Construyéndolo. De la mano.
Que entres en mi vida y en mi mundo da calma. Que estés, qué estoy y qué lo sepas, alegría y descanso.
Que el alboroto tenga su paz.

4 de noviembre de 2011

Pequeñas muertes

Quizás se trate de eso, de saber morir para poder volver a empezar; de aprender a abrir puertas, habiendo cerrado otras y eludido tantas; por miedo, indefinición, o macabra burla del destino.
Continuar impunes a pesar de los vaivenes, de la desesperanza, del rechazo o desamor; del engaño. De la idea de eternidad que nos ciega. De la inercia.
Se tratará tal vez de seguir, de desaparecer para volver a ser; con vestigios de un pasado que nos arma, y la esperanza de un futuro que sanará heridas; portador de las fuerzas y los sueños para seguir caminando. Aves fenix.
Es tu frontera y la mía. Las coordenadas que lo hicieron posible; las que intervinieron para que así no fuese. Serán los mañanas que vendrán, que repletos de una historia dibujada en lo invisible, deja que ocurra este conglomerado de vivencias y recuerdos, de propósitos y anhelos; de rutas que trazamos en el mapa de nuestra mente, sin saber en verdad cómo se tornarán realidad.
Pequeña muerte es la que vislumbramos al nacer; la que en medio del llanto nos hizo zambullir involuntariamente en esta escena a la que fuimos convocados; este acto del que todo ignoramos...
El derecho de admisión y permanencia; la enseñanza o el karma; lo prefijado y lo incierto.
Fue nacer y morir en el instante mismo en que nuestras miradas se encontraron, y toda la vida fue justificada en un instante. Se desvaneció la incertitud de un pasado, y la posibilidad del fin.
Horas vacías que merecieron su premio y recompensa; la infinitud del tiempo consagrada en un abrazo que avaló la espera, y el sinfín de veces que nos tocó perder. Las respuestas concedidas.
Fue recurso del olvido y artimaña de la justificación; la validez del reto.
Meritaba llamarse vida: la previa, la víspera. Letargos. Paréntesis. Pausas. Transición...
Un crepúsculo naranja y la aurora de un mar. El ocaso de nuestro trayecto compartido, de nuestros causales encuentros; efímeros. Caminamos de a dos...
Es la apuesta a lo probable y sus montones de ayeres reunidos, que conforman este hoy. Peldaño mortal e imperecedero.


Reunión por allá

 
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