17 de noviembre de 2012

En mis manos


Fueron muchos los avatares, y no por ello carentes de sentido. Pero ya es un mes de tu partida, planeta maestro, y por cierto que he notado la diferencia entre obrar con una mochila que además sobrepasaba y confundía por la multiplicidad de opciones, de imperiosas soluciones, de las más imprescindibles decisiones.
Abofeteo permanente. ¿Te lo creíste? Ya no es la edad de la inocencia.
Genero o generan; lo desconozco. Quizás en algún otro plano nos sea develado.
Azar o camino reglado, y ahí la desubjetivación, la impotencia, el "no" como costumbre ineludible: no te toca a vos, y ahora tampoco.
¿Seré sospechosa? como sostiene Houellebecq en su isla. Cruzo el río una vez más. Sola. Como casi siempre; sola es como mejor puedo propiciarme las pausas para el alma. También antes, cuando no entendías nada y entonces dolía. Cuánto...
Dolía porque acunábamos la idea de que todo llega, pero claro, "cuando llega tarde deja de ser justicia". 
Por eso, por eso mismo vivo en presente continuo. Lo mejor para mí "cueste lo que cueste y caiga quien caiga". Y sumar. Sumar gracias. Treguas. Reparo. Intensidad; a pesar de los entornos y las vicisitudes.

3 de noviembre de 2012

Abreviados


Somos segundos, milésimas. Maniobrados.
Y te siento, te quiero; te eludo. Fortuita la noche. Te trae.
Fuimos ínfimos, abstractos y enormes. Subjetivos. Intensos y cobardes. 
Y quieren nacer insolentes, las lágrimas. Aunque la alegría esté. Más allá de la tolerancia, del perdón, de la aceptación, del dolor del beso ausente; de las orillas. De tus manos.
Sí, tus manos que se van, que detienen, alejan y sostienen, y amarran, y anudan. Contienen. ¡Cuánto!
Maniatados.
Desafiamos. Detuvimos y evitamos, aunque de a ratos: oprima, ahogue.
No fue la vacilación sino la alarma, por si acaso, por si después hiere.
No salimos ilesos. Asediados.
Pretende. Interpela. Nos querella.
Persistimos, resistimos: distraídos, abreviados. 

 
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