La mañana era espléndida,
pero no tenían mucho tiempo para recorrer. Debían regresar. El tren salía a las
once y él por la tarde debía dar unas conferencias en el Teatro Coliseo.
Ella comenzó a sentir la
desesperación de las despedidas. Le ocurría muy seguido, pero ahora era una
despedida muy particular. No sabía dónde estaba. Quién era realmente. Adónde
volvería.
Él le ofreció su ayuda si
no llegaba a lograrlo, pero la intranquilidad la abrumaba.
Se le ocurrió que lo
mejor era despedirse donde se habían encontrado y desandar. Tal vez casi por
obra del azar lograse ubicarse en su presente.
Antes de cruzar la Plaza
San Martín decidió que lo mejor era ingresar al Santísimo
Sacramento. Ahí había tomado su primera comunión.
Él le dio un fuerte
apretón de manos y le insistió en que no dudase en volver si no encontraba el
rumbo.
La iglesia le dio paz.
Habló con un sacerdote, le contó todo lo ocurrido, y éste la tranquilizó
muchísimo. Le explicó que a veces deseamos tanto algo, que eso sucede y le
confirmó que efectivamente estábamos transitando el año 2014, que ella tenía
cuarenta y tres años, y que no dudaba que su madre la estaría esperando donde
siempre. Su padre, efectivamente, había ya fallecido como ella bien recordaba.
-Pero, Padre. Han
transcurrido dos días...
-Verás que no. Que ella
te recibirá como si ese lapso de tiempo no hubiese pasado.
Comenzó a caminar.
Siempre la había relajado hacerlo. Arenales ya no era su casa,
debía atravesar la ciudad, y ahí también recordó que ya no vivía con su madre,
que tenía su propio lugar, en el barrio de Palermo. El favorito de
él.
En la calle Serrano Borges había
vivido gran parte de su infancia, pero esa casa, la del aljibe, ya había sido
demolida también hacía años y hoy solo la recordaba una placa.
No obstante eso, decidió
pasar. Caminar la calle Jorge Luis Borges, visitar su escuela en la
calle Ecuador al 1000. Volver, volver al presente lentamente.
2 comentarios:
Borges debió estar encantado con estos encuentros.
Me descubro, una vez más, ante tu capacidad creativa.
Y me alegra ver la evolución de tus textos, tu forma de escribir en estos últimos años. Tu literatura refleja madurez arropada de palabras.
Besos
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