30 de septiembre de 2010

Desandar

Se trató de llegar a ella. Una urgencia repentina que invitó a desandar senderos que se bifurcan y convergen en un laberinto de agua y paredes de acantilados. Una idea clara que emerge de la profundidad.
Agua, olas, años, un cuarto propio, ese que toda mujer que desee ser letras debería poseer. Un espacio individual que la contenga y le permita volar a un pasado, donde detenida frente a una iglesia, imagine uno a uno los hombres que la construyeron. El perímetro antes de ella. El ayer antes de todo.
Las voces que se fueron por un mismo río. Los secretos de ese estanque. Ser nosotros, sin recortes.
Un diario de memorias que todo lo cuenta, el mismo que no debía llegar a manos de ningún hombre. Décadas de vida. De confesión incesante. Genuina, sin tamiz, tu verdad.
Un tren me llevó hasta los años. Alguien que atesoraba desde el 46 su descubrimiento, se desprende de él y llega a mí.
Recorro la avenida que nunca duerme en busca de "tus últimos actos", los que precedieron a la irrevocable convicción final. El río Ouse. El que te llevaría a ese nuevo mundo debajo de la turbiedad. Ese mismo río donde tantas memorias te hablaron, y donde el pensamiento se aclaró otras tantas.

26 de septiembre de 2010

Al maestro...



Buenos Aires también espera,

sus calles casi ausentes de pasado,

ese ayer que no conservamos...

Me interno en lo que nos dejas ver,

intento quererte, querernos,

en lo que vuelve a ser,

en huellas de vos,

de él,

que lo caminó sin pausa.

Parte de vos y no,

parte de ellos.

De ellos que también somos nosotros,

tan iguales y un poco distintos...

Estremece el alma que sus últimas palabras

hoy sean letras.

Me urgen los geranios, los nardos,

la charla con los que fueron tuyos,

fuiste de ellos,

sos nuestro.

El hombre que miraba su país desde el exilio

Intacto, eterno,

será tu discurso,

vívido, genuino, puro, transparente.

Así permaneces en el recuerdo...

Imagino la desazón de los últimos tiempos

Tu Luz que ya no estaba,

caminar más solo,

menos contento,

ansioso del descanso eterno.

Vivo en nosotros,

por siempre maestro.

21 de septiembre de 2010

Seis meses frente al río

En el delgado marco de realidad ¿tiempo y espacio existen?. La imaginación gira creando nuevos patrones. Todo podía suceder, todo era posible y probable.
Seis meses frente al río. Era veintiuno, ciento ochenta días atrás. Los árboles cambiarían de color, se despojarían del pasado y el aire que quitó la asfixia, avecinaría los más impensados cambios. Noche de luna. El mismo lado del río después de tanto...
El fin de las horas llenas de segundos laberintícos e infinitos. Fue amor, sí fue amor...
Me zambullo en ese espacio sin tiempo donde el sueño se convirtió en vigilia, donde la utopía, fue escena vívida y sentida como jamás nunca...
La sal, un mar del este, flotar en un espacio sin tiempo. Pero el tiempo si existía y urgiría el abrazo, el encuentro.
En este hoy creo que mis líneas ya no llegan, como si no hubiese sido cierto, onírico, y no verdad. Me desintegro en ese abrazo infinito que revive el instante eterno, en la inmensidad azul de un mar ya lejano.
El brívido estremece. No estás.

11 de septiembre de 2010

De letras y encuentros...

Filba se trató de recordar que teníamos que dejar que hable el viento, hasta que ya no importe, porque la vida breve en mí solo genera querer adentrame en ese viaje al fin de la noche, y que no lleguen los adioses. Así parafráseabamos "una larga vida a Onetti", en Eterna Cadencia, con una tarde lluviosa que solo podía reunir a los más fanáticos, a los que morimos de amor por la otra orilla. De la mano de Ferro, Gamerro, Liscano. "Cuando ya no importe", es una etapa que aún no llegó, aún permanece el sentimiento genuino, y la esperanza de un futuro distinto. Porque no, no me conformo con tu "lo que pudo haber sido y no fue y aceptar lo que es hoy", sin siquiera luchar para que lo soñado sea, sin el mínimo ahinco para hacer girar nuevamente la rueda y construir, construirnos, seguir tejiendo historia...
Te pensé cuando ellos hablaban, cuando esgrimían que la aldea te mata en el barrio, y te ordenan "deja de contar historias y andá a bañarte". Si la familia allá son todos, quiero que sean también la mía, con una certitud inquebrantable. Ustedes critican, se critican, y yo los quiero cada día más. No necesito alejarme para volver a verlo, ni acercarme para no verlo, como les ocurre con Pocitos, por más que afirmen que en el paisito, no estás vivo hasta que no estás muerto...
Y casi por casualidad en la semana comienzo a desandar los caminos de los tres, los de Alejandro Ferreiro, Lissardi y Polleri, y me llevan aún más cerca de Mario. Ya no sólo ocupo las horas en su novela luminosa, y la ciudad sino que, "pide y se te concederá", logré tener conmigo "La máquina de pensar en Gladys", e indefectiblemente me retrotraigo a esa tarde en que hablándote de mi amor incondicional por sus letras, me hiciste saber que ese era tu preferido. Aún me parece escucharte...
La suma de encuentros casuales crecía, y el darme cuenta de cuanto se viene cosechando en el último tiempo. La sincronicidad se inició la noche de Gerardo y ella, a a que no veía desde los tiempos del colegio Lenguas Vivas, y esa infancia tan cercana. Nos ha pasado historia...
Un pasado no tan lejano me vuelve a acercar a vos, para desencadenar el fin. Dolió. Dolió no por vos sino por la suma de dolores. Una vez más dolió todo lo que pudo haber sido y no fue, cuando se vislumbraba un comienzo lleno de futuros que impensadamente sentenció el fin.
Los escritores por encargo y la mañana en Malba y la posibilidad de dedicar la vida a esta pasión. Una clase magistral de Luis Lopez Nieves que dió origen a "La tristeza", a la par de otros tantos que harían nacer la alegría. La consigna era no mencionarla...
El placer absoluto tuvo lugar la tarde del domingo. Después de aquella temprana madrugada, que intuyendo el fin, me impidió vivir el día desde su comienzo tal cual estaba planeado, y no navegar por el taller de poesía de Alfonso Berardinelli. Costó perdonarse. Una noche de escalofríos, de inesperada sorpresa y la melancolía por lo que ya no sería...
Un nuevo encuentro con su primer editor, descubrir a Pablo Casacuberta, recorriendo de su mano la invisibilidad. Exquisito e inolvidable evento que con la charla de amigos de Jorge Varlotta, marcaba el fin "hasta dentro de un año"...
Nuevamente me invade la necesidad de ser parte de ustedes, digan lo que digan y caiga quien caiga. Una certeza que no da lugar a la mínima vacilación.
Crecían los encuentros, los primeros encuentros, y los casuales...
Por primera vez mis ojos se detienen en la belleza de ese perímetro de la ciudad, esos confines que poco he transitado. Me prometo un pronto regreso; la cita tiene ya el lugar señalado.

 
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