13 de junio de 2014

De silencios

* Pero lo único que él dirigía era el silencio.
Lo atropellaban el vacío, los huecos que no se completan, los espacios libres que representan un abismo insondable y la carga incesante de la repetición. Del minuto a minuto que es carga y es asfixia. Y se olvidaron los reparos, la huella par; el andar preciso.
Fuerzas. Fuerzas para seguir hasta que el camino se bifurque en un claro. Hasta que la mente dé tregua y no haya miedo al miedo.
El dolor del abandono. De vos que escuchaste mucho y ahora también te fuiste. El abandono de tantos por ser mitad. Porque no hay huella para donde andar; solos.
Que solo haya displacer, como si hubiese sido así desde siempre.
Páginas en blanco que imploro llenar. Senderos que se superponen y entrometen en el camino. Nudos, sí nudos, escozor, inquietud. Inquietud de ser. Tan difícil de entender, tan complicado de desandar.
Te hablaba de las lejanías, ya ni duelen. Quedó la herida, quedó el vacío. La desesperación por un andar calmo, por una respiración pausada.
Miedo del miedo dijiste, y es eso y es peor. No sé si sos capaz de verlo, de verme, porque es imposible que estés dentro mío y comprendas al menos por un instante el aire entrecortado, el temblor; porque lo único que abarca es el silencio, el ensordecedor silencio. 

*Felisberto Hernández

2 de junio de 2014

Errantes

Me enfermé de silencio. Me hundía en mí misma como en un pantano buscando la salida. Comencé a ser un estorbo errante. Un alguien que precisa todos los minutos de su tiempo a otro cerca. Otro que tiene su vida y sus placeres. Otro que intenta ayudar pero no lo logra.
Permanecer quieto. Sin voz. Sin vos. Cuando podría haber sido tan distinto.
Y me enfermé de vacío, de desinterés. Me llené de huecos que ignoro como completar.
Mi cabeza es un ping pong donde tampoco hay lugar para los huecos. Sí, esos que intento llenar.
Esa luz que espero desde hace tanto. Esa compañía, la propia, que me abandonó hace demasiado.
Busco y pienso y de pensar me agobio. Porque sé que los umbrales son muchos y sin embargo es un túnel a oscuras. Y es cada mañana al despertar donde los pensamientos y los nudos se abarrotan dentro y lo impiden todo: respirar, fluir, disfrutar del minuto a minuto que completa las horas.
Y sí, es cierto. Para mí hoy todo está en un mismo nivel de prioridad: haber perdido el rumbo, las deshoras, que mi cabeza no haya sido capaz tampoco esta vez y un tubo que espera.
Sí, otro túnel, que da pavor, que roba horas previas en mi andar vacilante, en cada instante. Esos que no sé como completar, como recuperar y recuperarme.
¿Cómo volver a ser yo? La de antes. La que se completaba sola y era su mejor compañía.
¿Cómo creer que el túnel se ilumina al fondo? ¿Cómo no dudar de mí en todo momento, en toda ocasión.
Preciso como nadie ese algo que no aparece y me hunde. Sí, me hunde en el pantano y no me deja salir; ni siquiera ver. Ni siquiera vislumbrar esa lucecita que guíe el camino.
Y son muchos los tramos, los trayectos con rumbo definido. El ahogo de no serlo. El impedimento de lograrlo.
La inquietud de la quietud. El movimiento que se precisa permanente, y no…
Comencé a ser un estorbo. Un estorbo que ocasionó mi mitad perdida.

Me enfermé de silencio. Me hundía en mí misma como en un pantano buscando la salida. Comencé a ser un estorbo errante.
Felisberto Hernández "El acomodador"

Al salir de allí traté de pensar en algo que me justificara. Mi existencia desvalida, errante no me lo permitía ver.
Algo. Una pequeñez que justificase mi existencia, mi modo de ser en el mundo.
Este nuevo existir que conduce a ninguna parte

 
design by suckmylolly.com.