-Maestro, ¿Quiere almorzar?
-Fani tuvo la misma idea. Según ella debemos reunirnos mucho antes
de que llegue su padre, y está cocinando desde temprano.
Me acaba de confesar que cuando puede mira ese teleteatro del
trece, así que calculo que su hiperactividad de hoy tiene que ver con su
descarado fanatismo.
-Bueno, algún defecto tenía que tener. O quizás el teleteatro es
excelente...
-Dicen que el excelente es su padre, pero la televisión no es de
mi preferencia.
-Tampoco de la mía.
-¿Por eso se ha dedicado tanto a leerme?
-Quizás. A leer y a escribir.
-Me gustaría que me lea algo suyo.
-Jamás me permitiría la osadía.
-¡Usted me ha leído toda la obra y yo no tengo derecho a saber
cómo escribe!
-Me encantaría que lo haga, si va a ser sincero, y no como con sus
alumnos de Literatura Inglesa...
-¿Qué pasa con ellos?
-Se dice que siempre les destaca lo bueno y obvia los errores. Hay
pocos aplazos en sus cursadas...
-Aprenderán cuando quieran aprender. Mi lugar no es exigirles,
sino incentivarlos.
-Ojalá todos pensasen así.
¿Recuerda que abandoné mi carrera de Letras?
-Pero la puede continuar.
-No lo creo. Soy grande. ¿A qué edad me estaría recibiendo? Y
el Griego me estaba complicando la existencia.
Siento una gran angustia cuando hablo de esto. No pensé que no lo iba a lograr...
Hubo otros inconvenientes en el medio que ya le contaré.
Quiero que sepa todo de mí. Me está ayudando tanto...
-Bueno, no agradezca. Lo hago con placer. No siempre se reciben
visitas del futuro. Usted también me ha ayudado mucho. Sobre todo con el miedo
a la soledad de los últimos años de mi vida, y por eso le estaré eternamente
agradecido.
-La espero. El almuerzo estará pronto a las trece.
-Maestro, hay algo que debí contarle quizás el primer día, pero no
surgió. Quizás la emoción del encuentro, la charla, la angustia de saber si
podría regresar a mi presente con facilidad...
-No dé tantas vueltas.
-Tenía dos hermanos. Uno de ellos se suicidó hace seis años.
-¿Qué hizo?
-Un tren.
-Qué valiente. Siempre he admirado a los suicidas. Un abuelo mío
se suicidó, amigos míos como López Merino y Lugones también se suicidaron. Creo
que el suicidio puede justificarse. De hecho usted sabe que la posibilidad la
he barajado en varias ocasiones. Usted me detuvo del que intentaría en el año
ochenta y tres.
-Amo su poema "El suicida": "regalo
mi último ocaso, cedo la nada a nadie"...
-¿Está enojada con él?
-En absoluto.
-Fueron dos tremendos años posteriores de terapia, más una
internación, ya que mi otro hermano no supo entender.
Decía que había quedado acelerada.
-¿Y su madre?
-Lo apoyó en la decisión.
-Vaya caso.
-Bueno, volvamos al punto. ¿Usted cree que yo tenía que saber esto
por algo en particular?
-Sí, maestro. Por un lado porque Jorge hoy vive. Tiene tres años o
cuatro años, y su madre durante toda su vida le ocultará la verdad. Y por el
otro, porque cuando hoy mi padre venga, habría que hostigarlo...
Nunca supe si el ignoraba la existencia de Jorge. Y para mí es muy
importante saberlo.
-Bueno, pues él nos ha adelantado que será padre. Bastará con
preguntarle si se trata del primer hijo. Cuente conmigo.
4 comentarios:
Da la impresión de que la protagonista necesita el encuentro con Borges para enfrentar a su propia historia.
Rochis, gran entrega y pasión en tus letras, amiga...Se ve que las disfrutas, Borges también disfruta contigo, amiga...Tenéis gran sincronía entre los dos niveles de cielo y tierra...
Mi felicitación y mi abrazo grande por tu generosidad al compartir.
Feliz fin de semana.
M.Jesús
Borges vive en ti.
Besos.
Yo creo que si le hubiera leído algo de lo suyo, así, en confianza, con tiempo, con calma, le hubiera gustado... ¡Espero que no tenga mucha prisa por volver al presente!
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