4 de septiembre de 2014

Esperas

"A Rossina le molestan más las esperas que la no compañía", supo decir en aquella sesión. 
Y fue así que descubrimos que tenía que volver. Descubrí. 
La pausa no era más que un espantosísimo letargo de espera, que no conducía a ninguna parte.
Y volví, con todos los miedos juntos pero volví, y ya pasó un calendario completo, y el reto es diario.
Lo descubrimos después de mi tarde con él. Al que debía esperar para el festival de poesía. Y el tiempo, por error, decidí hacerlo en casa. Solo esperando el momento. Vaticinando una y mil veces cómo sería el encuentro. Y no había querido bastones, y estaba siendo un calvario.

Y lo mismo pasa con vos. Sí, con él, el de siempre. Que cada espera es un infinito múltiplo de segundos agitados y veloces y cuesta estar aunque sea lo más preciado.
Y el predominio del escozor por sobre la alegría del encuentro. 
Y juego en desventaja. Siempre.

3 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Quien espera, desespera.

Besos.

H. Chinaski dijo...

El tiempo, siempre el tiempo. Parece que todo gire en torno a él. Le damos una importancia que no tiene. Y en realidad solo es una forma de medir los acontecimientos de nuestra vida.
Besos

Anónimo dijo...

A veces por preocuparnos tanto por la espera dejamos de disfrutar las simples cosas de la vida...

Genialidad absoluta Rouch

Saludos

Luciana

 
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