Se piensan que ya no duele, que la herida no dejó cicatriz. Que tantas lejanías y displaceres cesaron hasta el olvido. Pero retornan, retornan sus marcas, las que acompañarán para siempre aunque aprenda a convivir con ellas.
Y quedaron los miedos de volver atrás. Tanta nada. Tantos no a todo lo que se presentaba, a cuanta sugerencia hubiese.
Y me ven distinta. Con el largo laberinto ya recorrido aunque no cese de pensar si habrá algún recoveco, algún giro, donde me quede detenida, o lo que sería mucho peor aún, regresando al anterior estado. Una vez más.
Cuesta lo que todavía cuesta; la soledad. Las horas conmigo misma donde el repiqueteo de palabras invade y no es simple aquietar la mente.
Respiro para expulsarte...
Y busco y busco todo el tiempo. Pero falta aún. Falta eso. Lo más importante; ser mi mejor compañera. Que los libros sean mis mejores aliados y los recorridos de otras tierras, todo por descubrir.
Pero se piensan que ya no duele. Que puedo ir y venir sin pensar en los cotidianos, en los segundos infinitos de algunas horas. En las mañanas incompletas, como si siempre hubiese sido así, y la incógnita de hasta cuando será.
Me ven fuerte. Se olvidaron del daño hecho. Se olvidaron del encierro.
4 comentarios:
Muy bueno. He disfrutado leyéndote.
=)
Excelente forma de describir lo que otros creen o desean para uno. Es el dolor ajeno el que menos duele. Los fantasmas de otros los que no dan miedo. Siempre hay trampas en el laberinto, pero hay que avanzar hasta encontrar la salida y esperar en ella a los que juzgan. No lo dudes, tu eres tu mejor compañera.
Felicidades por el texto
Muy buen escrito, con un estilo muy personal, claro y que sale de lo más profundo de tu ser, como siempre. Se ve que el espejo hoy te devuelve otra imagen, más amable y pacificada, aunque la herida este y vaya a seguir estando. Cada cual lidia con sus propias marcas, lo importante es hacer algo diferente con ellas.
Esas heridas que no cicatrizan jamás.
Todos las olvidan menos quien las sufre.
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