Nunca
grité tanto en una sesión.
Durante
el domingo posterior a la muerte de Claudio, y el sábado mismo mientras iba en
zig zag llorando hacia la casa de mi amiga Carmen, casi sin saber donde me
hallaba, comencé a colmar a mensajes el celular de Nicolás. Necesitaba una
palabra suya como nunca.
No
recibí respuesta. Sospeché que quizás no la tendría, y prefería esperar. De
todos modos, no lo perdonaría.
¿Cómo
me sacaría adelante ahora, con un nuevo duelo?
Él
sabía que tanto Claudio como Jorgito habían sido mis dos pilares. Todo estaba
bien con ellos cerca. El resto no importaba. Lo había manifestado muchas veces
durante las sesiones de esos dos años.
El
lunes, extrañamente, pude reunirme con mi amiga Luciana. Ella tampoco había
recibido los mensajes.
Fue
a la salida del trabajo, en nuestro entonces lugar predilecto, la
confitería El Ateneo. Siempre nos juntábamos ahí, a escribir o a
corregir nuestros escritos.
En
la oficina no dije nada. Esta vez no pedí días. No quería volver a ser tan
observada.
Solo
lo supieron Yukino, la esposa de mi jefe con la que éramos amigas, y que prometió no
decir palabra, y Rosario, que casi lloró a la par mía.
Con
Luciana pude estar, hablar, me escuchó, no lloré. Sentí que quizás esta vez
Dios me ayudaba y podría salir adelante en menos tiempo.
Claudio
había sido mi pareja desde los veintidós años, a pesar de nuestras cinco
separaciones.
El
pasaje a Bariloche para el dos de febrero que quedó en mi
bolsillo era nuestro sexto regreso.
Esperé
a la sesión del martes. Nicolás y su cara, sus ojos, me demostraron que no había
recibido ninguno de los llamados. A pesar de eso, le grité mucho.
Como
de costumbre, no recibí mayores respuestas. Él quería escuchar todo lo que yo
tenía para decir.
Sí
supe que lo lamentó. Muchísimo. Que no podía creerlo. Poco pudo disimular.
Claudio
me había jurado que yo iba a ser muy feliz y que todo quedaría atrás el primer
día del otoño. Y así fue. No todo, pero comencé a resurgir...
4 comentarios:
No hay nada como un resurgimiento. Resurgir, siempre resurgir.
"...pude estar, hablar, me escuchó, no lloré"...me encanta esta sucesión de verbos, de verbos puros, de verbos (estar, hablar, escuchar, llorar) fundamentales, que juntos en la misma frase, le dan al texto una sencillez y una altura emocional incomparable.
Rochis, a lo largo de tu escrito podemos ver la evolución de la protagonista. Al principio desesperada, pero después se va calmando y es capaz de superar la pérdida. Las amistades siempre ayudan, son necesarias para llegar a la serenidad y levantar el ánimo.
Mi gratitud y mi abrazo grande, amiga.
M.Jesús
Resurgiendo como una tímida flor.
Besos.
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