11 de diciembre de 2014

Encuentros, Borges (parte XVI)


"Nadie en la noche indescifrable tema
Que yo me pierda entre las negras flores
Del parque, donde tejen sistema
Propicio a los nostálgicos amores"

"Su olor medicinal dan a la sombra
Los eucaliptos: ese olor antiguo
Que, más allá del tiempo y del ambiguo
Lenguaje, el tiempo de las quintas nombra" (Adrogué) 

Recitó Borges en el viaje de regreso, y me anticipó que solo eran dos estrofas del poema que se llamaría "Adrogué".
-Pues su libro ya ha nacido, entonces. Me sentiría muy plena de saber que los paisajes de hoy lo han inspirado también.

"Esta ciudad que yo creí mi pasado,
es mi porvenir, mi presente;
los años que he vivido en Europa son ilusorios
yo siempre estaba y estaré en Buenos Aires" (Arrabal)

-¿Irán en la lista, maestro?
-¿Mañana viene Salcedo?
-Sí, dijo que a la hora del té. Es cuando termina de grabar.
-La espero cuando guste.
Por suerte madre está pasando una temporada en casa de Norah. Si no, no cesaría de preguntar. 
-Qué suerte he tenido entonces - reí.
-Podemos contarle a mi padre que estuvimos en Luján. Quiero ver su reacción.
-Aproveche usted. Yo solo podré intuirla.

Nos despedimos en la puerta de mi casa. Me felicitó por el barrio, su favorito: Palermo.
Creo que no llegó a darse cuenta que estábamos en mi presente. Fani sí. Miraba todo extasiada.
A la mañana siguiente me levanté intranquila. Me había molestado la inoperancia de María Gracia, ese dejarse estar que evidentemente la acompañó toda su vida.
Para colmo de males, mi madre me llamó muy enojada. Según ella, hacía una semana que no me comunicaba...
Es algo que Borges me remarcó, debía tenerlo más presente. No puedo cometer este tipo de errores
Me tomé un colectivo a Vicente López.
Quería ver si la pastelería "Celci" continuaba existiendo. Lamentablemente no.
Sin que lo advirtiese, en un almuerzo con mi madre, le pregunté cómo había sido el accidente.
Según mi parecer eso fue lo que lo torturó toda su vida.
Ella no recordaba si había sido en el sesenta y tres o en el sesenta y cuatro. Me dijo que fue en Septiembre. Que lo chocó el hijo de su productor televisivo. Que la madre no murió en el acto, sino en el Hospital de Vicente López.
María Gracia dice haber vivido con mi padre, seis años en Bulnes y Libertador, y de ahí haberse retirado embarazada a vivir primero en casa del hermano de mi papá y su familia, y luego en Luján, donde entrega el bebé a sus padres.
Muchos años después me repetiría a mí, lo mismo que le dijo aquella tarde a Borges: "por seguridad", "porque mi madre me hizo creer que Jorge me lo robaría".
A las cuatro de la tarde estaba en la casa del maestro.
Ya me había acostumbrado a ver como la ciudad transmutaba en mí.
Me cuidé de vestirme muy clásica, que no era la ropa que había llevado más temprano ni a Vicente López, ni a casa de mi madre.

Con Borges comenzamos a elegir poemas antes de que llegase mi padre.
Le abrió Fani.
-Hemos estado en Luján ayer - dijo Borges apenas lo sintió atravesar el umbral.
Pintoresco sitio, Salcedo.
-Lo es. Conozco muy bien. Tuve una novia por aquellos lados...
Hubiera querido seguirle la conversación, pero Borges continuó.
-Pienso hacer un libro dedicado a "Buenos Aires", pero no a la ciudad sino a los arrabales.
Ya he hablado esta mañana con Victoria Ocampo, con Bioy y con Silvina.
Mi idea es publicar casas, lugares, gentes y poemas que surjan.
-Apuesto a que será un éxito - acotó mi padre.
-¿Conoce Carlos Keen?
-No, sin embargo sé que es muy cerca de Luján.
-Podemos organizar una ida cuando quiera. Ayer lo hemos pasado verdaderamente bien.
La gente es muy confiada. Abren las puertas de sus casas. Responden preguntas sin malicia...
La ciudad se está contaminando, por eso amo tanto mi casa de Adrogué.
Ah. Le quería comentar que van en la lista el poema "Adrogué" y "Arrabal". Solo con algunas estrofas.
Mi padre los repitió maravillosamente y continuó...

"y aquellas más afuera
ajenas de árboles piadosos
donde austeras casitas apenas se aventuran,
abrumadas por inmortales distancias,
a perderse en la honda visión
de cielo y de llanura" (Las calles)

No estaba tan locuaz como otras veces. Me atreví a preguntarle si algo le pasaba.
Me dijo que era el sexto aniversario de la muerte de su madre. Fue mi culpa, continuó. Cometí una infracción imperdonable.
Mi psiquiatra me medica, que tampoco es lo más conveniente, teniendo en cuenta mi profesión...
Pero tal vez sería más fuerte mi depresión.
-No sé qué decirle, amigo. Debe ser muy duro cargar con ese peso en los hombros - dijo Borges con condescendencia.
-Le iba a comprar sus masas favoritas. Las "Celci". Las que le traje el otro día - agregó.
Me ha costado mucho volver, pero es parte del tratamiento: volver al lugar de los hechos.
-Borges, regresando a lo nuestro. ¿Incluirá algún cuento en el programa? - él mismo cambió de tema.
-Lo dejo en vuestras manos. Son dos de mis más fieles lectores.
-"El Sur", "La intrusa", "El otro"...
-Tenemos que pensar en la extensión.
-Ni "El Sur", ni "La intrusa" son tan largos.
-Si se le ocurre algún otro, dígame - me dijo participándome.
-Coincidimos bastante - sonreí.

4 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Que imaginación y con estilo borgiano.
Y a mí no se me ocurre un comentario digno de este texto.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Rochis, me encanta cómo escribes...Es tan real, tan directo, que puedo creerlo con facilidad...Es algo así como si el mismo Borges te estuviera susurrando al oído las ideas y las palabras...Una gozada leerte, vislumbrar pensamientos, recuerdos y actos...Mi felicitación y mi abrazo grande por este bello homenaje que dedicas a tu querido Borges.
M.Jesús

Mario Gómez dijo...

Es obvio, también, lo visual que es este escrito: uno casi logra lo de la narradora: que la ciudad transmute en uno, esa sucesión desbocada de imágenes que a Borges le pasan necesariamente desapercibidas. Se cuentan cosas duras, muy intensas, pero se deslizan de forma muy dulce, armónica, es decir, a la manera nostálgica.

TORO SALVAJE dijo...

Me has hecho acordarme de mi madre... cuanto tiempo ya...

 
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