Esa mañana averigüé
cuánto costaba un coche a Luján.
Me contestaron que
doscientos pesos. Era evidente que estábamos en el año 2014.
Si me hubiese comunicado
desde la casa de Borges, seguramente me hubieran dado otra cifra, en otra
moneda. Pero siempre terminaba por pagar él.
Lo llamé con el tema resuelto.
Pasaría a buscarlos a las once de la mañana, así de paso, los invitaba a
almorzar en Luján,
al lugar favorito de Jorge, el restaurante "1800".
Hice también la reserva.
Llegamos al mediodía.
Borges pareció disfrutar mucho del trayecto. Lo mismo que lo había visto gozar
en el viaje a Adrogué.
Salir de la ciudad lo
beneficiaba. Cambiaba su semblante.
Quiso pagar él, como
hacía siempre. Se lo impedí. No quise que se diese cuenta aún, que desde mi
parecer estábamos en mi presente y no en el suyo.
Lo mismo ocurrió en el
restaurante.
-¿Y adónde ha conseguido
dinero? - me hostigó.
No supe mentir.
-Pero dígame, ¿entonces
estamos en el futuro?, ¿cómo pudo haber ocurrido?
Escúcheme, eso no nos
favorece. Su hermano en esta fecha está muerto. Y usted, apuesto a que podría
llegar sin dificultad a la casa donde ha solido visitar a María Gracia.
-No, maestro. No recuerdo
la dirección exacta. Solo sé que era en la calle Andrade...
-Espérenme aquí, voy
hasta la Catedral. Preciso hablar con un cura.
-La esperaremos.
Al ingresar, una música
muy tenue sonaba. No sé si interrumpí un casamiento, un bautismo...
No veía ningún cura. Me
mezclé entre la gente. Vestían distinto.
Yo debía cuidarme mucho
con la ropa. No podía utilizar con naturalidad mi vestimenta de siempre.
Fani me había acompañado
a hacerme de algunas prendas.
Me arrodillé a rezar.
Pedí que ese viaje no fuese en vano, que lograse volver con alguna
averiguación.
Aunque ellos hubieran
estado fascinados en acompañarme, no podían hacerlo asiduamente.
Decidí volver al
restaurante. Me sentía extraña. Caminaba más lento. Todas las calles eran de
adoquines y los pocos autos que circulaban, eran muy antiguos. Incluso vi a
algunos hombres a caballo.
Temí no encontrarlos.
Sin embargo, estaban ahí,
esperándome.
-¿Cómo le fue?
-No logré hablar con un
párroco. Creo que interrumpí una boda, pero al salir varias señales me
indicaron que estaba en el tiempo de ustedes, y no en mi presente.
¿Pudieron sentirse en el
futuro?
-Yo sí, respondió
inmediatamente Fani. Todo iba a otra velocidad, y los mozos nunca más volvieron
a la mesa. Como si no estuviésemos...
Los llamé y no venían.
Tal vez le ocurrió lo
mismo a usted en la iglesia. Dudo que no haya habido un cura en tamaña
catedral. Creo que estamos en dificultades. Ya veremos cuando traigan la
cuenta.
Efectivamente era en el dinero de Borges. Una vez más no lo podía invitar.
-Pero pagó el coche. Y vimos la ciudad a alta velocidad. Para empezar es mucho. Me hizo estar vivo en su tiempo.
Volvamos a la iglesia,
dijo muy certero.
-¿Piensa entrar?
-¡Mire de lo que soy
capaz!
Usted tiene que decirle a
un párroco, que busca a su hermano. Con nombre y apellido.
Tal vez como bien me dijo
hace un tiempo, debe haber sido bautizado acá, si su madre es tan creyente.
-Eso haré.
Los tres nos dirigimos a
la Catedral.
Me confesé. Confesé toda
la verdad. Todo lo que me estaba ocurriendo desde los últimos días.
Había ocurrido tanto en
tan poco tiempo...
Sé que no me supo
entender, pero sí me dio algo de paz.
Estoy segura que no dudó
que estuviese por lo menos algo confundida.
No me ocurrió lo mismo en
el Santísimo Sacramento,
donde el Padre supo comprenderme tanto.
Me pidió que rece mucho,
y me acompañó a ver los registros de los bautismos acontecidos en el sesenta y
seis. Efectivamente figuraba el nombre de Jorgito, junto al de sus padres.
Ahora todo sería más
fácil. Le agradecí y me retiré.
No existían los
locutorios. No sabía dónde ubicar una guía telefónica para averiguar la
dirección.
-Solo lo logrará en un
comercio - acotó Borges.
Entremos a una santería,
elegiré algo para madre.
El teléfono figuraba a
nombre del marido de María Gracia, Relián. No sabría qué decirle...
Prefería ir a espiar la
calle que publicaba la guía.
Algo teníamos a favor, no
se sorprenderían María Gracia o Relián de ver a Borges en la zona.
Era mejor estar en el
pasado.
Borges propuso un copetín
antes de la nueva peripecia, y los tres coincidimos.
2 comentarios:
"Era mejor estar en el pasado" :Subscribo, aunque quizás no debiera. La búsqueda se mantiene siempre muy intensa, no se como lo consigue escribir así de bien. Luján es un escenario y un nombre idóneo para esta historia, tan lindante con lo milagroso. A Borges yo también me lo imagino siempre pagando las cuentas.
Ah si...
Yo en el pasado estaba mejor.
Besos.
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