5 de febrero de 2015

La doble identidad (parte XVIII)

Salía de mi casa a las ocho de la mañana y regresaba a las veintitrés, no sabía cómo pero lo lograba.
Sin embargo, no todo pudo ser tan fácil ni discurrir normalmente. Al mes de haber comenzado las clases y llevar un excelente ritmo de estudio mientras "abría la puerta y atendía el teléfono", una mañana como cualquiera de las otras durante doce continuos años, me apersoné en mi lugar de trabajo y un compañero ocupaba mi puesto. Era el encargado de decirme que el día anterior me habían despedido. Que ya estaba lista la liquidación total en el banco. Nunca llegó el telegrama...
Junté pocas de las cosas que podía haber acumulado en tantos años, me despedí de todos y me fui.
Subí por Ayacucho, la calle de "Almadei", nuestro consultorio con Claudio. Nada indicaba lo que me había pasado. Era una mañana de sol. Todo transcurría igual. 
Ya no tenía sesiones con Nicolás desde que había empezado a estudiar.
Le pedí un turno para el sábado, siempre temiendo por mi integridad. Había padecido mucho, estaba muy golpeada. Medía cada uno de mis pasos para no tambalear.
Recuerdo que esa tarde no falté a clase. Era lo único seguro que tenía en mi vida en ese momento.
Yo no me había equivocado lamentablemente. Y sí los demás.
No me había perdonado el rechazo, las cartas documento, mis no rotundo a sus propuestas, mi carta al embajador, y sobre todo el haber tolerado con dignidad las funciones que me otorgó para los tres meses que habían pasado desde el día de mi reintegro.
No me caí esta vez.
Comencé a dar clases de italiano, de francés, hacía cartas natales. Me dediqué a mis pasiones. La carrera era mi prioridad.
Me habían aclarado desde el primer día, que con el cincuenta por ciento de las materias aprobadas, podía comenzar a dar clases.
Solo tenía que lograr sustentarme hasta entonces.
No podían haberme tocado mejores compañeros. No importaban las edades. Se formó un gran pequeño grupo.
Con el correr de los meses fuimos siendo menos, y cada día que pasaba estábamos más y más unidos.
Recuerdo aquel año entre lo mejor de lo vivido.
Aprendí que la vida siempre puede sorprendernos, darnos una nueva oportunidad...
Diciembre coronó lo que vislumbré durante el año. Aprobé las doce materias en la primera fecha. Tuve también mis primeras prácticas, tanto en el nivel primario como secundario. Una experiencia inolvidable.


2 comentarios:

Santums dijo...

Que bueno Rochies, habías aprobado las 12 materias, recuerdo que mi año pasado fue igual, salía a las 8 y llegaba 11 de la noche.Fue re loco, pero logré aprobar 6 materias.

TORO SALVAJE dijo...

:)

Parece que fue una época magnífica.
Que bueno...

Besos.

 
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