27 de febrero de 2015

La doble identidad (parte XXV)

En octubre de este año comencé a escribir más extenso como todos me sugerían.
Hasta entonces no había logrado hacerlo, solo podía expresarme en prosa poética.
Había pasado casi un año únicamente trabajando y yendo después para la casa de mi madre, excepto los días que nos reuníamos con el grupo de la Iglesia de Loreto
Allí aparecieron en mi vida Helen y Luis. Al resto del grupo ya lo conocía por ir a los encuentros de San Martín de Tours: Andrés, Ale, Santiago. 
Santy se convirtió en mi fiel compañero de caminatas por Palermo. Hacíamos diez kilómetros, tres veces por semana, y el premio era siempre una bondiola o un lomito cumplida la meta.
Yo concurría para entonces al Hospital de día de la Clínica Las Heras, eran solo cuatro horas pero las suficientes para sentirme encerrada nuevamente y al mismo tiempo, un modo de tener las tardes ocupadas. 
Creo que todos los que estábamos ahí íbamos por lo mismo. Si no, no sabíamos cómo completar nuestras horas. Era un común denominador.
Los viernes nos preguntaban religiosamente ¿Planes?, ¿Qué piensan hacer el fin de semana?
Nadie tenía plan. Estábamos todos sumergidos en un gran tedio, y odiábamos el interrogatorio. 
Por la ventana de Gallo, esa era la calle del lugar, se veía una escuela donde el año anterior había hecho prácticas. No podía superar la desilusión, el haberme perdido en el camino... 
Un día se lo comenté a una de las psicólogas y me dijo:
-Pero eso va a volver, lo vas a poder volver a hacer.
-No, eso no va a pasar, porque yo ya dejé la carrera con el cincuenta por ciento de las materias aprobadas y este año no pude cursar. Tuve que irme. Desistir de mi sueño. No puedo concentrarme en ningún libro - le respondí. 
-Bueno otro día lo hablamos - me dijo, y cerró la conversación. Nunca más la retomó.
Yo tomé la decisión de dejar la carrera, aconsejada por el Director del lugar en la entrevista de admisión. Me vio con un libro de Friedrich Schiller y me dijo que era mucho para el momento que yo estaba transitando, que luego podría hacerlo, que me daba su palabra de caballero, que habría tiempo. Yo insistía en que no y comencé a llorar, y no cesé siquiera mientras caminaba por la Avenida Córdoba
Solo el día de la muerte de Claudio, recuerdo haber llorado tanto, caminando casi en zig-zag, sin que me importasen los testigos.
Por supuesto lo único que me interesaba era el Taller Literario. Mis compañeros estaban fascinados con mis escritos, creo que fue en medio de todo lo malo que al menos volví a escribir un relato cada día miércoles, y también me atrevía a leerlos delante de todos, a pesar de lo crudo e íntimo de los contenidos.
Tampoco tenía mi letra de siempre. Algunos de los medicamentos me traían muchos temblores. Me costaba mucho mantener el pulso, uno de mis mayores traumas, porque cuanto más lo percibía, más se incrementaba. 
Al principio me entusiasmé con las clases de gimnasia y yoga. Eran también los días miércoles. Se convirtió en mi día favorito.
Pero también temblaba mucho mi cuerpo y era muy difícil mantener las posiciones. Me ponía más mal que bien.
Gallo debo haber dejado de ir paulatinamente cuando volví a trabajar, al principio por pocas horas, y luego por el horario completo. 
Solo extrañé a Daniel, con quien manteníamos largas charlas. Nunca más volví a saber de él. No tengo cómo...
Teníamos historias paralelas. No solo habíamos estado internados en el mismo lugar y compartíamos la misma psicóloga, sino que los dos habíamos vivido el suicidio de un hermano.


4 comentarios:

Mª Jesús Muñoz dijo...

He leído tus paseos y charlas con tus compañeros, que te hacían bien, Rochies...Esa frustración de haber abandonado tus prácticas y tu carrera y el retomar de nuevo la lectura...Poco a poco vas tomando tu fuerza, tu propia identidad...
Tenemos mucho en común, también yo me he sentido perdida miles de veces, sin embargo los libros y las letras me devolvieron mi fuerza y mi propia identidad.
Mi gratitud y mi abrazo.
M.Jesús
PD: En el anterior post te he dejado comentario.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Se me olvidó decirte, que no tengo Facebook. El blog me lleva tiempo y las tareas de casa. Además los fines de semana voy al pueblo a cuidar a mi padre.
Feliz fin de semana, amiga.
Mi abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Como dos gotas de agua...

Besos.

TORO SALVAJE dijo...

Daniel y tú.
Dos gotas de agua.

Besos.

 
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