Habíamos planeado tantas cosas juntos. Queríamos viajar.
El
próximo verano, él me acompañaría a San Martín de los Andes, mi lugar en el mundo, del que tanto le había hablado.
Pensábamos hacerlo en auto, sin apuros. Él quería ir recorriendo y disfrutando de todo el
trayecto.
-Hermanita
¿Dónde estás? - me mandó escrito, a través de un mensaje de texto.
Solía presentir mis pasos...
-En Cariló, brothercito - así lo llamaba.
-Esa
es mi hermanita, nunca un Fuerte Apache. Reímos ambos.
Siempre
bromeaba con mis viajes. Me decía que así nunca sería millonaria.
Él
era excelente en los negocios.
Su
pasión, aparte de la música, era la última tecnología.
Tampoco
podía comprender que yo usase el celular más arcaico, o que aún no tuviese un
pantalla plana, o una notebook en mi casa.
Éramos tan similares y tan distintos. Pero nunca, ninguno de los dos, precisó cambiar
nada del otro.
Hubo
una noche que recuerdo especialmente. Podríamos llamarla "La noche
Atípica".
La
banda era La Atípica Orquesta de saxofones, liderada por Gabriel y
siete saxos más que hacían tango.
Fue
en San Telmo, él vino con su amiga la Tucu.
Jorge
lloró mucho esa noche, y me dijo que me perdonaría solo y
únicamente si el sujeto en cuestión llegaba a ser tan buen amante como músico.
Se
retiró del lugar aclarándole al personaje que su hermanita era "demasiado
poncho para ese gaucho"...
Intercambiaron
algunas palabras, Gabriel ya se había ido a presentar a la mesa, y a Jorge no
le había gustado para nada el discurso que el otro tenía preparado.
A
la salida, ya casi despidiéndonos, Gabriel se acercó nuevamente.
-¿Por qué no estás casado? - pensé que ella era tu mujer, refiriéndose a la Tucu.
-
¿Y vos, por qué no estás casado? - respondió Jorge irónicamente.
-Vivo
en pareja. No sé si tu hermana te habrá contado - agregó.
-Yo
no estoy casado, ni "vivo en pareja", porque soy muy fiel, y hasta
ahora no he podido serlo francamente.
Gabriel
no tuvo ni más preguntas, ni más respuestas.
Al
salir del lugar, tanto la Tucu como Jorge, parecían haberse puesto de acuerdo
previamente, y me hostigaron a ser la última vez que presenciara un show.
-Valorate,
hermanita me dijo mirándome a los ojos.
Quieren
que los representes por tu apellido, pero cómo va a venir a aclararme a mí , su
situación sentimental, ignorando si vos me tenés al tanto de algo. Soy tu
hermano. Podríamos no tener la confianza que tenemos.
Última
vez. Juramelo.
Son
unos genios. Me hicieron llorar toda la noche, sobre todo con "Años de
soledad". Pero no importa. Nunca más.
Yo le prometí que sí, no sabiendo si podría llevar adelante la promesa...
Yo le prometí que sí, no sabiendo si podría llevar adelante la promesa...
Con
Gabriel éramos muy amigos hacia algunos años, y él siempre había querido algo
más, pero no por eso pensaba dejar a su novia.
Por
otra parte, me pedía que fuese su representante, y yo precisaba distraerme de la
inerte embajada.
Al
poco tiempo llamé a Jorgito y le confesé que no solo había ido a verlos dos
veces más, siempre acompañada de gente distinta, sino que había aceptado la
propuesta de representar al grupo.
Sorpresivamente, mi hermano me felicitó.
-¿Ves
por qué te adoro?
Porque
te haya dicho lo que te haya dicho, hiciste lo que deseabas, y quizás hayas
decidido muy bien. Tal vez soy yo el equivocado, el que nunca da marcha atrás.
El que nunca le da una segunda oportunidad a la gente...
-Te
quiero, hermanita - me dijo con énfasis.
No
era extraño que Jorge llorase. Una noche le sugerí ir a cenar a "La
abuela Goye", un restaurante patagónico.
Pedimos mis dos platos favoritos y los compartimos. Él quedó fascinado.
Siempre
acostumbrábamos a elegir lugarcitos especiales para cada encuentro, porque vernos era motivo de alegría, de festejo.
Ese
día en particular, él quería que yo le leyese unos escritos que venía siguiendo
asiduamente en un blog de la web.
Yo ya había mantenido diálogos con quien los escribía, y teníamos coordinado en
un futuro no muy lejano, conocernos personalmente.
Con
esos relatos impresos, y en plena cena, Jorge lloró.
-Quiero que lo conozcas - me dijo.
Si
este tipo es la mitad de lo que escribe, me quedaría muy tranquilo de saber que
te dejo con él.
¿Por
qué decía algo así?
Primero
que nada, aún no se habían siquiera conocido. Que a ella le gustasen sus letras
no significaba que le fuese a interesar también el autor de ellas. Ni que
tampoco fuera recíproco.
Aparte,
había dicho: "te dejo", "me quedaría tan tranquilo"...
Seguramente no supe leer ese mensaje, pero sí reparé en él.
Había
agregado para terminar, "a Faby ya la ubiqué. Está con el mejor tipo
que he conocido. Sé que va a estar bien". Fabiana, su otra hermana, la hija de su mamá y Luis.
-Pero a vos, hermanita, quién te reemplaza a esos dos gauchos...
Así
solía referirse a Claudio y a Roberto. Tenía una particular curiosidad por
conocer a este último.
El presentimiento no le falló. Después de los escritos vendrían muchos encuentros. Muchas reuniones. Yo le presentaría a Ciru a todos mis amigos. Quería integrarlo a mi vida.
El presentimiento no le falló. Después de los escritos vendrían muchos encuentros. Muchas reuniones. Yo le presentaría a Ciru a todos mis amigos. Quería integrarlo a mi vida.
A
pesar de que no había sido un amor a primera vista como mi hermano auguraba, nos adoramos desde la primera vez que nos vimos.
Jorge
al conocerlo no hizo más que reafirmar lo que había dicho leyendo los escritos,
la noche de la cena patagónica.
Se
hicieron muy amigos. El afecto fue recíproco.
Creo recordar que un día Ciru me dijo "tenés que ver más a tu hermano,
disfrutarlo más, ir también vos más seguido a Luján".
Lo
que no coincidían eran los horarios. Jorge era "el dueño de la noche
de Luján", y luego se dedicaba a recuperar el sueño durante el
día, y yo al revés.
Durante
la semana, que él no trabajaba, yo sí.
Por
eso fue siempre él, el que más esfuerzo tuvo que hacer por sostener el vínculo
cercano, y me sorprendía con alguna mateada o cenita en plena semana.
Los
encuentros duraban muchas horas. Jamás se acababan las palabras. Había mucho
pasado por contar y mucho futuro por vivir. Juntos.
2 comentarios:
Me sigue dando mucha pena.
Besos.
Es lindo este conocerse de hermanos a destiempo, con sus prisas, con sus emociones y, más que nada, con esa forma tan sutil de comprender las diferencias que incluye el difícil reto de no intentar cambiar al otro. Los diálogos son vivos, intensos, no sobra nada.
Publicar un comentario