Duele la lluvia, duele el dolor y las distancias de abismos insondables que crecen sin descreer.
La lluvia se enoja, no la dejan surgir. El sol la vence. Decrece. Canta.
Sus manos me envuelven, llueven lunas. Ella no sabe por qué es. La aman, la desprecian, la acogen. Nos une, nos recluta. Introspectiva surge.
El pensamiento vaga y no se detiene. Falta luz. Mi luz, tu luz. La que iluminamos cuando las manos se entrelazan y crean submundos, nuestros y nuevos mundos. Porque juntos surgen paraísos; refugiados.
7 comentarios:
Es el poema que mas me gusta desde que empecé a leer tu blog. Me gusto mucho la creacion de los submundos cuando las manos se entrelazan. Lastima que esa luz ya no está, espero la puedas conseguir nuevamente.
El final es bellísimo, todo un logro. Bello texto, me gustó realmente. Besos.
Acá oí llover. También resaltaría la afinidad no siempre tan obvia de lluvia y oscuridad, que envuelven juntas tantas desdichas a la vez que un poco las compensa, las tiñe, las vuelve materia de nostalgias futuras cuando ya uno se pueda refugiar en la luz.
Hola Rochies, de nuevo por tu blog, y constato la importante que es la fuerza de la constancia, los imprescindibles, los de toda la vida. esos son los mejores. Un abrazo
Hola Rochies, de nuevo por tu blog, y constato la importante que es la fuerza de la constancia, los imprescindibles, los de toda la vida. esos son los mejores. Un abrazo
Entiendo que la lluvia cumple una función. Pero no soy un entusiasta. Tambien es un obstaculo. Y aumenta la melancolia, demasiado.
La metáfora de las lágrimas transformadas en lluvia, suponiendo que lo sea, suaviza el dolor que refleja tu poesía.
Publicar un comentario