No se si fue que soñé con él porque sos un poco vos. Sí. Te lo confesé siempre. Eso fue lo primero que acercó. Claro, porque no estábamos cerca, o tal vez sí, pero fue ahí, fue desde entonces que fuiste más importante que el resto y de a poco, más importante que nadie. Con esa facilidad de juntar elegidos, a los que todo se les comprende. Todo se entiende como parte de un todo, que en definitiva es afín y cercano. Y duele más por eso, por abrir el alma y que entres, aunque sé que viniste con el corazón en la mano. De eso no caben dudas. Yo seré menos efervescente pero más continua; me quedo más tiempo. No sé si despegar es la palabra, porque en realidad desde el momento en que vivís adentro mío, se trataría más de escapar, de sacarte de adentro y arrojarte bien lejos, sin dañarte. Como en esas visualizaciones, esas de empaquetar, de anudar lo que ya no sirve y lanzarlo al medio del océano. Y ponerle colores y aromas y sentir que es verdad. En realidad, como digo siempre, cuando dolés, no dolés vos, duele la suma de dolores. La cantidad de veces que tocó perder. Y esta vez no, no debía ser así. No debíamos perdernos. Ni tampoco debió ser así cuando pasó con él, sí él, que soñé que anoche había muerto. Porque ya había llorado tanto. Había descreído de todo. De absolutamente todo y ya no había ganas. Ni de chocolates ni de viajes, ni de libros, ni del lago. Porque llegué al lago y lo comprobé: tampoco ahí había paz. Y después de tanto, no era justo que pasase eso, que otra vez se tratase de que duela. Que fuesen más las lágrimas y los nudos, la asfixia y los brívidos, los escalofrios, a mí me gusta más llamarlos brívidos... que el tiempo de la magia y el corazón explotando de alegría. Latiendo fuerte todo el tiempo. De los abrazos, de la comunión que todo lo justificaba. Fundidos. Que estuvieses en mi vida justificaba todo lo anterior.
Por eso. Por eso ahora digo que no es justo. Yo diría que es demasiado. Que elegí de nuevo y que, aunque perdí desde el comienzo y lo supe, quizás cuando lo supe ya estabas dentro. Ahí arropado, entre la garganta y el pecho, viviendo ahí, aunque deambules y transites y te alejes, y vuelvas. Estás ahí siempre. Y como te decía, siento que no es justo.
Una vez más en primavera, era tarde.
Una vez más en primavera, era tarde.
14 comentarios:
En este accidente de estar a estas horas lúcido, siendo sábado, lo que surgiría de este texto es la circularidad, casi la fatalidad. Todos los que llegan, en realidad, son uno. Con algún matiz, alguna fronda agregada en el paisaje de fondo, pero esencialmente el mismo. Uno es los otros en ese caso. O quizá lo circular es nuestro sendero. Vaya uno a saber. Mientras tanto, qué sé yo, reflexiono y me parece que es preferible renovar el dolor a la abulia. Besos.
Rochies:
Hay que saber dejar ir las cosas, las circunstancias y los nombres.
No será fácil, pero es así.
Beso-
La suma de dolores. Las veces que uno perdió.
No es justo, claro.
Mi drama es que no encuentro a quien sindicarle la culpa.
Un abrazo.
La paz es una idea, y una palabra, tan fugaz, que tan pronto como llega ya se ha ido... Nos abandona...
Saludos
J.
en la repetición a veces siento como si un biografía que ya estuviese escrita en un solo párrafo que se relame al repetirse sistemáticamente a lo largo de mis días, y será que no se mas que repetirme y que el dolor sea el alimento o solo la consecuencia de una cabeza circular que no puede ir a su destino, si es que el sino tiene un lugar de fuga o es que solo tiene escrito un párrafo y nosotros no sabemos escribirle otro, un beso
Que bueno es eso de que "duele la suma de dolores", tan cierto. Un día el que provocó el dolor ya no importa, ya no duele como dolor individual. Pero ese dolor se suma a otro y a otro y a otro y entonces ... llega un punto que uno medio que se derrumba. Complicado.
El Sr. Ramón no era mi abuelo, era el marido de la hermana mayor de mi abuela (ergo, cuñado de mi abuela). Siempre me gustó su historia, y le tomé cariño por foto (si, ya sé, estoy chapa mal). Por los vericuetos del destino, soy la heredera de sus papeles personales y fotos. Yo creo que el sabía que le tengo simpatía y me eligió. Je.
Besos Rochilda
Y aun con la suma de dolores seguimos perpetuando incansablemente la vuelta a tras en nuestras pasiones, quizás que nos repitamos pero también es verdad que solemos hacerlo mas crecidos, mas consecuentes con aquello que nos espera y sin embargo seguimos cayendo en lo mismo, tarde o temprano antes o ahora, aprenderemos...abrazzzusss
Pásate por mi casita cuando puedas, y lee el fragmento que elegí hoy... le queda como anillo al dedo al tuyo.
Rochitas,gracias por tu visita,amiga.
Me alegro volver de nuevo a tu espacio,leerte y sentirte.
Reflexionas largamente sobre ese sentimiento acomodado entre la garganta y el pecho...A veces nos empeñamos en seguir dando vida a lo que se quedó paralizado en el tiempo...Nos cuesta asimilar el movimiento de la vida hacia adelante...Todo pasa y todo queda como dice el poeta...Con eso que nos queda y con lo que nos llega del presente debemos seguir tejiendo cada instante,dejando que la luz renueve nuestra visión y nuestro camino...
Mi gratitud por compartir y mi abrazo inmenso por tu cercanía.
M.Jesús
..... la primavera devuelve al hombre parte de las flores desaparecidas....
placer leerte.....besos
Yo meditaba y con la luz del corazón devolvía la serenidad a mi alma, ayudándola a ver, a comprender. Porque a veces, a todos nos pasa,
el dolor nos ciega o nos "mata", sin embargo en otras ocasiones si logramos trascenderle nos otorga a cambio altura y profundidad en la conciencia.
Muy bueno. La línea final, una delicia.
Me encantó.
" no dolés vos, duele la suma de dolores"...
Sí.
Hay momentos en que esa suma, no la soporta ni la primavera.
Besos, linda.
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