De fechas y de fines

Siempre tuve la extraordinaria -y tantas veces temible y peligrosa- capacidad de recordar todas y cada una de las fechas. Hay fechas que por alguna razón cósmicamente particular han sido claves, y en repetidas ocasiones reiterativamente notorias, 10 de diciembre, 10 de marzo, 2 de septiembre.
Aún empecinada en cambiar la notoriedad de las mismas, en repetidos y sucesivos años han ido marcando momentos claves, indefectiblemente recordables, por buenas y a veces también, malas razones.
Ayer la fecha se adelantó un día y 14 años más tarde de aquella llamada desde Carilo, 14 años de separaciones y reconciliaciones, 14 de incomodísimas y repentinas mudanzas, 14 años de más despedidas en aeropuertos que bienvenidas al fin, 14 años después, a las 14 horas, ponerle la palabra FIN.
La palabra FIN jamás me gustó, jamás pude despedirme para siempre de nadie, jamás supe decir basta.
Prefiero ignorarlo. Prefiero obviarlo, evitarlo. Elijo creer que jamás será la última vez ni de nadie, ni de nada. Me anuda la sola idea, me quiebra.
Es tal vez por esa misma razón que SIEMPRE doy segundas y hasta terceras oportunidades. Siempre pero siempre elijo creer que las personas cambiamos y es por esa misma causa que siempre estoy, hasta para el más distraído, hasta para el menos fiel, hasta para el que menos presente estuvo, o hasta para el que más defraudó. Lo elijo, no me quejo.
Más de una vez los resultados fueron buenos, y lo que no fue en una etapa inicial, fue después y la vida demostró que la historia cuando creyó ser vivida solo había estado transitando por los ensayos y aún estaba pendiente todo, todo por vivir, todo por dar, por darse.
Otras tantas no. Por el otro o por uno mismo, ya que inconscientemente a veces, conservamos saldos pendientes, y terminan por mezclarse los tiempos, por confundirse las razones.
Será por eso que me sentí extrañamente irreconocible ayer. Ayer escuchándome por primera vez decir, "te juro por mi vida que esta vez fue la última vez que me escuchaste", "te juro por mi vida que lo cumplo", "te lo juro, aunque duela, que cada vez que por alguna oscura razón mi cabeza elija recordarte -los signos de aire siempre hablamos más de "cabeza" que de "corazón", de "razones" más que de "sentimientos", de "ideas" más que de "ganas"- elegiré y me esforzaré por recordar solo este momento, el de las 14 horas, 14 años más tarde...