13 de junio de 2014

De silencios

* Pero lo único que él dirigía era el silencio.
Lo atropellaban el vacío, los huecos que no se completan, los espacios libres que representan un abismo insondable y la carga incesante de la repetición. Del minuto a minuto que es carga y es asfixia. Y se olvidaron los reparos, la huella par; el andar preciso.
Fuerzas. Fuerzas para seguir hasta que el camino se bifurque en un claro. Hasta que la mente dé tregua y no haya miedo al miedo.
El dolor del abandono. De vos que escuchaste mucho y ahora también te fuiste. El abandono de tantos por ser mitad. Porque no hay huella para donde andar; solos.
Que solo haya displacer, como si hubiese sido así desde siempre.
Páginas en blanco que imploro llenar. Senderos que se superponen y entrometen en el camino. Nudos, sí nudos, escozor, inquietud. Inquietud de ser. Tan difícil de entender, tan complicado de desandar.
Te hablaba de las lejanías, ya ni duelen. Quedó la herida, quedó el vacío. La desesperación por un andar calmo, por una respiración pausada.
Miedo del miedo dijiste, y es eso y es peor. No sé si sos capaz de verlo, de verme, porque es imposible que estés dentro mío y comprendas al menos por un instante el aire entrecortado, el temblor; porque lo único que abarca es el silencio, el ensordecedor silencio. 

*Felisberto Hernández

3 comentarios:

Beatriz dijo...

Si hay algo que nos inmoviliza , que nos acorrala es ese miedo interior, del que nadie sabe que sentimos, del que no tiene palabras que lo nombren,porque es silencio, sólo un silencio visceral, que roe desde muy dentro, que llora sin lágrimas, para que lo lo delaten, Ese miedo al que no sabemos como se vence. Miedo al miedo. Hermoso texto.Muy significativo para mí en estos momentos. Un beso Rossina-

Unknown dijo...

Es tal cual lo describís Rouch... A veces uno no sabe por qué pero termina enredado en uno mismo y sin poder salir... cuesta pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde

H. Chinaski dijo...

El silencio, fiel compañero de la soledad. Que suele hablar sin palabras. Y es bueno que hable, aunque a veces nos abrume, por que cuando no lo hace llega el vacío.

 
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