Una ciudad sin sol que impera. El bosque entremedio del bullicio, y la velocidad de los transeúntes que impiden el reparo. La luna ya no está, cuesta verla; las flores se esconden hasta la próxima estación. Sin embargo, el verde irrumpe y nos cobija: luces y sombras; ruido y silencio.
No es fácil abstraerse; cada día la cuesta es más arriba, aunque la vía de escape seamos nosotros mismos y las respuestas estén sólo dentro nuestro.
Miro a través de esta ventana, de este encierro que es paz y escozores, que es tierra y asfalto, que es lágrima y sonrisa, que es armonía y deleite. Que es verme y verte.
5 comentarios:
Vivir en el conurbano tiene sus ventajas, suele haber verde.
Yo también conozco la extraña realidad de una especie de bosque en medio de la ciudad, y esa sensación de una sombra que parece le cobija a uno sólo, entre tanto caos de gente y ruido. Aunque acá el sol impera sin piedad, ahora, anhelando entre otras cosas ya el otoño y sus verdes. Mientras, tus escritos ejercen de oasis.
No sera nada fácil abstraerse, pero aprender andar por la cal y arena, es el bosque que tenemos que encontrar para sentir un poco de paz.
Abrazo Nena:)
Vengo siguiendo los escritos de Bosques, éste me toca personalmente.
Un abrazo.
HD
como se decía en el mayo francés: debajo del asfalto, la playa.
Será el bosque, la fronda de nuestros reverdeceres tal vez. Besos.
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