Somos segundos, milésimas. Maniobrados.
Y te siento, te quiero; te eludo. Fortuita la noche. Te trae.
Fuimos ínfimos, abstractos y enormes. Subjetivos. Intensos y cobardes.
Y quieren nacer insolentes, las lágrimas. Aunque la alegría esté. Más allá de la tolerancia, del perdón, de la aceptación, del dolor del beso ausente; de las orillas. De tus manos.
Sí, tus manos que se van, que detienen, alejan y sostienen, y amarran, y anudan. Contienen. ¡Cuánto!
Maniatados.
Desafiamos. Detuvimos y evitamos, aunque de a ratos: oprima, ahogue.
No fue la vacilación sino la alarma, por si acaso, por si después hiere.
No salimos ilesos. Asediados.
Pretende. Interpela. Nos querella.
Persistimos, resistimos: distraídos, abreviados.
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