La virtuosidad de lo virtual

Hace mucho pero mucho tiempo atrás, casi la mitad de mi vida, gracias a singer local me conocí con J. J era porteño pero exportado, y era una suerte de difusor de prensa en la ciudad cordobesa. Pasaron años y más años, coincidencias a caudales, cartas; infinidad de cartas que sostuvieron la amistad.
Creo recordar que la comunicación se corta allá por el noventa y cuatro, cuando Claudio no toleraba mis amistades con ningún amigo hombre, y era mayor el estresaso que el placer que me diese ver a J. Esa es la verdad.
Historia interrumpida por casi doce años, hasta que hace tres añitos me googleó, y creo que respondí immediatamente, y así siguió el contacto diario (diario y multiplicado por cinco, mínimo) Ponele que haya un poco de "alpedismo". Ponele que sea un mutuo modo de matar el tiempo. En mi caso, de la cápsula donde permanezco casi nueve horitas a day, y en la de él, no por cordobesa, menos cápsula al fin.
Pero no hay nada que J de mi no sepa, hasta la verdad de mi plantón en la casita del mar sólo por estirar mis días con Claudio en Patagonie, hace solo cuatro meses.
Al principio me odió. Después me perdonó y creo que entendió aunque poco. Mucho después.
Y el otro día estábamos en la dulce esquina y yo lo miraba, lo miraba a él y a su nena, que recién conocía. Los miraba a los dos y me quité la culpa de haberlos dejado (aunque con aviso) plantados en el mar. Sí, por Claudio, que capaz ni lo merezca, pero no me importó. Los miraba y me quité la culpa. Lo miraba y me sentía tan distinta, algo así como que por momentos te hubiese inyectado un toque de adrenalina, o de ese no se qué, que me haga que me generes algo más, aunque fuesen ganas de pegarte ponele.
Y es raro, porque si bien él lo sabe todo y podemos decir que ha opinado de todos y cada uno de los temas de mi vida, y por más que capaz me adore, no tiene ese no sé qué, que hace que yo por tu amistad me banque la que venga, reme quince mil kilómetros, o suspenda mis únicas holiday del año por verte un par de horas, o que cada vez que llega un mail tuyo me proporcioné una week de buena onda, y con un llamado me cambies el mes.
Y por suerte son varias las personitas en este mundo que me provocan eso. Personitas con las que no puedo ser objetiva (aunque ni haga falta serlo) porque son lo más; pero personitas que si me cagasen te la re revierto. Aunque se que la posibilidad casi “ni es”.
Y te pido perdón porque que capaz sos mucho más better que aquellos por los que hasta me prostituiría, pero no te siento tan friendcito como si sé que vos me sentís a mí. Ni me melancoliza nuestra despedida, aún cuando ni ahí se cuando se cruzarán again los caminitos.

Y me doy cuenta que cibernéticamente es distinto que es groso saber que estás ahí, online, muchas veces con el advice justo y mil otras hiper cerrado en tus estructuras, y así nomás pensaba en la virtuosidad de lo virtual en cuanto de lo que no bancaríamos a diario en el cotideano, en dosis computarizadas sobreviven mucho más. Pensaba en todo eso, pero sin culpa.