21 de noviembre de 2014

Encuentros, Borges (parte VI)

Amaneció distinto. Los rayos de luz que se filtraban tenían un brillo especial y la temperatura era la ideal. Primavera, su estación favorita. 
No podía dejar de pensar en todo lo acontecido, por suerte estaba el padre de la iglesia del Santísimo Sacramento.
Decidió abandonar la cama y salir a desayunar afuera, con calzado cómodo, por si tocaba caminar. Palermo era ideal.
No cesaba de pensar en lo conmovedor que hubiese sido un encuentro con su propio padre.
¿Qué hubiese ocurrido si en lugar de ir a tocar el timbre del departamento de Maipú se hubiese dirigido a buscar a su papá?
Quizás La Casa del Teatro, La Asociación de Actores, porque ella en el setenta no había nacido y con Borges habían corroborado que el departamento donde ello ocurriría tampoco existía. Pero sí vivían su padre y su madre...
El maestro le había dicho que no era una buena idea buscarlos, que no todos estaban preparados para comprender, y ella obedeció. 
Sin embargo, quería verlo. Tal vez no decirle nada. Tal vez ocultarle su identidad pero sí conversar con él. Después de todo lo disfrutaría tan poco...
Luego de la separación, las visitas serían reguladas por un juez, y los años siguientes sería poco y nada lo que lo vería, hasta que él muriese cuando ella tuviera diecisiete años.
Después de saborear un rico desayuno, decidió intentar con el número de teléfono que el maestro le había dado antes de despedirse, por si precisaba regresar, quería contarle que todo había estado en orden y que efectivamente había podido volver a su presente.
Ahora sí corría el riesgo de que el departamento de Maipú estuviese ocupado por otra gente y que Borges hubiese fallecido en Ginebra en mil nueve ochenta y seis, acompañado por María.
De todos modos lo intentaría.
Ahora la prioridad era verificar quiénes ocupaban Maipú y si ella podía transitar dos líneas diversas de un solo tiempo.
Si efectivamente era como el cura le había dicho, que un gran deseo puede provocar este tipo de encuentros, el encuentro con su padre lo deseaba con el alma.

3 comentarios:

Janeth dijo...

Una historia de dos presentes,...buscados....me suele pasar con mi imaginación suelo vivir estos dos presentes, que se unen en una linea de tiempo,..me gusta que ubiques a Borgues,..buscando algo ansiado como el reencuentro con un padre ausente,...Claro que soy abuela amiga, y de cuatro,...me hicieron abuela muy pronto mis hijas,...al igual que yo lo hice con mi madre, y también supongo que le ocurrirá a ellas, mis hijas, nadie se libra de ser abuelita a tiempo o a destiempo,....

Mario Gómez dijo...

¿Le dije alguna vez que me entusiasman los viajes en el tiempo, las paradojas que pueden provocar, sobretodo, la posibilidad de ir al pasado? Pues eso. Y me emocionó que citara a los dos Jorges, inolvidables en sus trajes de palabras e imágenes en blanco y negro.

TORO SALVAJE dijo...

Me estás volviendo loco con los saltos en el tiempo pero a la vez me encanta comprobar lo bien que funciona tu espléndida cabeza.

Besos.

 
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