18 de julio de 2013

2052


Inspirados en "El peatón" de Ray Bradbury.

Camino a la deriva; sin ruta prefijada. Todos son árboles, lagos, y la pradera todo lo inunda.
Ya no hay antomóviles ni aviones, sólo trenes. Trenes que llevan a lugares sin nombre. Somos nosotros a bautizarlos.
Yo y otros, a los que nos ha sido dado el don de la inmortalidad podemos entendernos sin hablar. Nuestros cuerpos emanan rayos de luz violeta, y es a través de ella que nos reconocemos.
Las computadoras también han desaparecido. Volvimos a comunicarnos del modo más primitivo.
Ya no existen el pavimento, ni los edificios. Tampoco hay teléfonos. No los precisamos. La comunicación hoy es otra: luces, almas, voces.
El verde todo lo cubre, y la flores son las guías de los de los recorridos que emprendemos.
Las aguas son cristalinas y nos alimentamos de frutos silvestres.
Nadie teme, todo es luz y color. El sol nos baña y cubre de energía. La lluvia alimenta los prados y nos bendice.
No dejamos huella. No existen los grandes recuerdos. Todo es presente. 
Sin embargo no dejamos de saber quienes fuimos.


Nos propusieron un viaje distinto. Nunca imaginamos de que se trataba; un viaje diferente podía implicar muchas cosas. Sin embargo las posibilidades eran muchas y nos quedamos con aquella que más nos sorprendía: Júpiter y su rótulo de benéfico mayor, nos atrajo de sobremanera. 
El viaje fue corto, pero no por ello sencillo. La cápsula donde nos transportamos tenía todo lo necesario como para sobrevivir varios meses. No obstante y a pesar de la meta el encierro nos resultaba fatal.
Llegamos al par de días. Allí todo era verde y lo árboles otorgaban la sombra necesaria. Las flores inundaban los campos. Los lagos cercaban cada espacio árido y tampoco faltaban las arenas.
Flores y flores, de todo tipo y color. Aguas multicolores descendían por las cascadas.
Movilizarse era fácil, porque desde que llegamos, por algún efecto sensorial, podemos deslizarnos y volar.
Pero hubo que regresar, y recordar la experiencia entre lo mejor de lo vivido.
Siempre nos prometimos volver a ese lugar soñado.

3 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

La inmortalidad tiene sus ventajas, una es la de que algo se haga esperar no es inalcanzable, es una larga espera.

Javier F. Noya dijo...

No sé si la inmortalidad, pero el lugar soñado, el volver a ser el futuro que ronda alrededor de una retina que despierta, suele tener una seducción especial, es un anhelo subyacente, quizá lo que denominamos esperanza. Y ojalá. Besos. Explore ese futuro, explore.

Santums dijo...

Excelente, me encanto, hace tiempo que no leo algo tan lindo, es exactamente como imagino la Vida después de la muerte.

 
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