11 de octubre de 2012

Los jueves, relato: el téléfono

Su timbre me anticipó siempre, quién habría del otro lado. Para ese entonces eran voces, hoy muchas veces son palabras escritas, mensajes que perpetúan, que aferran, dicen de nosotros y también detienen.
Era noviembre. Veintitrés. 1999. La mañana de sol me tenía en casa en la previa a aquel coloquio de la universidad perugina. El lunes marcaría el fin de una etapa. Del esfuerzo progresivo y constante. La previa siempre fue lo más difícil de sobrellevar. Hoy ya aprendimos, o estamos en eso...
Por fin también, llegaba a la meta; sin abandonarme en los desvíos. 

- Rossina. Soy María. La esposa de tu tío Antonio.
- María! Tanto tiempo ¿Cómo estás? Qué alegría enorme.

Doce años nos separaban. Recordaba perfectamente que el último encuentro cara a cara había sido en el velatorio de papá. Sí. Porque al entierro no llegamos. Fue tanto el incordio, que no llegamos. 
Se vislumbraba algo que más tarde se volvería, destino causal. Los muertos entierran a sus muertos, supieron decirme desde muy lejos. Cuando no hallaba consuelo en haberlo sabido dos días más tarde. Sí, de vos y más tarde de vos también. Preferible pensarlo como karma.

- Me emociona que me recibas así. Ignoraba cuál podía ser tu reacción después de tanto tiempo.
- María! Cuál iba a ser... Tengo el mejor recuerdo de ustedes. Jamás entendí el por qué de la distancia. ¿Cómo están mis primas?
- Te llamamos porque hoy a la noche en una cantina de la Boca, Antonio festeja sus ochenta años. Tus primas le tienen preparada una sorpresa. Le han editado tantos años de escritura silenciosa. Querríamos que estés ahí.
- María. Una pregunta... El jueves en una reunión de amigos de amigos, conocí una chica de Luján que me dijo que yo tenía un hermano. Otro. Que se llama Jorge. Como Jota. Como el de toda la vida... Que es hermoso. Que me lleva cinco años...
- Ese es un tema que deberías hablar con Antonio.

La voz de Antonio y la respuesta de María confirmaron aquel dato.

- Él también quiere conocerte. Un poco mi llamado era para contarte eso. Venite esta noche, él va a estar.

Le supliqué te dijera, que me llamaras esa misma tarde. Al cumpleaños no iría. No sólo porque ibas a estar ahí y prefería conocerte de otra manera, sino porque el coloquio lo ameritaba. Había sido mucho el esfuerzo por no claudicar, y emociones semejantes: verlos a ellos después de doce años, conocer a mi segundo hermano casi transcurridas tres décadas, habiéndome enterado ese día de su existencia; me pareció mucho.
No obstante haber permanecido en casa, no cesé de llamar. Uno a uno. Quería contarlo a todos. Fui muy feliz.
A la noche sonó el teléfono, y supe que serías vos. Una voz afónica, un poco por la tarde en la Bombonera, por la emoción del festejo, por la incertidumbre quizás. El no saber con quién, con qué te encontrarías del otro lado.
Fueron tres horas. Y así los siete días siguientes. Hasta que fijamos el encuentro. Hasta que comprobamos lo que ya sabíamos. No sólo seríamos hermanos. Éramos dos mitades. Almas pares. Nos elegíamos.
Los ocho años que duró nuestro encuentro fue eso; comunión. Complicidad. Intuir todas y cada una de tus respuestas. Todo encuentro fue un brindis. Mi mejor compañía. Estarás para siempre entre lo mejor de lo vivido. 
Otra voz en un teléfono, anticipó la decisión irreversible; terminante. Tu último llamado había sido un par de meses antes...

- Voy a estar amotinado, hermanita. Creo que me vengo equivocando mucho con mucha gente. Lo necesito para volver a ver con claridad. Te prometo que el 08 se viene de disfrute sí o sí.

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22 comentarios:

casss dijo...

Tan próximo, tan conocido, tan tuyo.
El timbre de su voz..seguro seguís oyendolo.

un abrazo

Anónimo dijo...

Hermoso relato(como todos),hermosa historia,y muy fuerte.Que manera tan particular de comenzar un vínculo,con tanta afinidad desde el primer llamado.

¿Quién podría olvidar esa voz?

Caro.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Imagino lo fuerte que debe ser vivir un encuentro de esa magnitud. Tanto es posible que las cosas salgan tan bien como en tu relato que mal y el encuentro se torne agresivo.
Intensa historia que se agradece haber podido compartir.
Un abrazo

San dijo...

Un encuentro así es fuerte, impresionante. Me ha gustado como lo has narrado.
Un abrazo.

Janeth dijo...

Amiga que relato, me gusto mucho la hermosa causalidad, el encuentro de tiempo con personas que conocemos de toda la vida, siempre nos trae recuerdos y cosas bonitas,...

Cecy dijo...

Que bonito relato para este jueves, particular, sentido de encuentro. Un llamado de emociones.


Un abrazo Nena.

El Gaucho Santillán dijo...

Un viaje empieza por el primer paso, no crees?

Algunos viajes nos cambian la vida.

Algunas llamadas tambien.

Un abrazo.

Crista de Arco dijo...

y a mí que ando media sensible me hiciste escapar unas cuántas lágrimas.
y qué maravilloso es leerte Rochies. así de simple y sencillo.

te quiero mucho.
(a ver cuándo nos vemos ¿eh?)

Beatriz dijo...

Hermosa sensación cuando el timbre de un teléfono suena y llega el sonido de una voz siempre esperada que enmudeció en algún momento, acaso sin preaviso, y que sin embargo y pesar del tiempo reconocemos en la simpleza de ese ¡Hola!, tímido, apenas perceptible por la inseguridad que deja el desgaste del tiempo perdido. Y luego la continuidad de un ¿cómo estás? entrecortado por emociones que anuncian inicios,recuperación.
Si Rossina, volver a empezar a veces depende de una simple llamada de teléfono. Y de nuestra voluntad de sumar.

Emocionante post amiga.

Un beso enorme
Te debo un correo. Va pronto. Soy de las que suman, cuando se trata de emociones-

Natàlia Tàrraco dijo...

Como quien dice, casi una vida nos cuentas, ausencias, llamadas que vuelve a comunicar, y una sorpresa.
El teléfono vehículo para transportar muchísimas emociones.
Un vínculo que se afianza, una alegría.
Abrazo.

José Vte. dijo...

Un relato emocionante. El teléfono puede convertirse en el mejor testigo de encuentros inevitables.
Me gusta mucho el gusto y la placidez con que está narrado.

Un abrazo

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Preciosa historia; aunque el final queda en el aire; pero eso de enterarse quie tienes un hermano es fantástico, quedar con él y intentar recuperar los años perdidos, sin palabras se queda una.
Un saludo

Fabián Madrid dijo...

Después de tanto tiempo... a lo mejor hay que dejarlo asi. Buen trabajo

Alfredo dijo...

Un encuentro imaginado, un choque de emociones. Una reunión pospuesta para saborearla desde el primer momento y a partir de ahí un reflejo inevitable y enriquecedor.

Emoción a raudales.
Besos.
Alfredo

Raúl dijo...

Pues sí, de alguna manera, si que tienen algo que ver nuestros relatos.
Sonrío.

Juan Carlos Celorio dijo...

Esa sí que es una noticia de impacto, uno de los momentos que el teléfono se gana la importancia que le damos.
Bonito relato.
Besos.

Sindel Avefénix dijo...

Qué hermosa historia, todo comienza con un llamado, una noticia que se espera pero a la vez genera una ansiedad, una esperanza.
Saber que uno tiene un hermano, poder conocerlo y vivirlo es maravilloso.
Un alma gemela, un par, que aparece y nos ilumina.
Un abrazo.

Maribel G. M dijo...

Una bella historia.
Un beso y buen día

Anónimo dijo...

Tu relato deja patente la importancia del teléfono en numerosas ocasiones. En tu relato el teléfono es importante como transmisor de noticias vitales y como preámbulo obligado para el encuentro final entre hermanos. Sin duda alguna, la telefonía fija primero y móvil despues, han contribuido enormemente a acortar distancias, a mitigar soledades, a acercar soluciones. Una herramienta utilísima siempre que se haga un uso responsable de ella.
Un abrazo.

rosa_desastre dijo...

Si todas las llamadas nos trajeran un regalo asi, tu otra mitad para disfrutarla aunque solo sea por ese breve tiempo.
Un beso

Unknown dijo...

el reencuentro de una familia.... los llamados que se deben... las distancias que se generan... cuanto para pensar en estas palabras que elegiste para escribir esta historia. UN Muy lindo relato Rochi... un beso!

ibso dijo...

Aunque el relato esta muy bien por lo que trasmite y lo interesante de la situación, para mí falta responder algunos porqués.
Un abrazo.

 
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