22 de febrero de 2010

Tardes de letras "circulares" ...



Un atardecer de viernes que no prometía mucho. La certeza casi absoluta de que nadie tomaría contacto con ella. Que nada interrumpiría esas horas hasta el anochecer.
Sus objetos -tan cuidadosamente elegidos desde siempre- unos chocolates, algunos cigarrillos al alcance de la mano, su sillón favorito. Unicos testigos de esa soledad omnisciente.
Dormir, leer, escribir o adentrarse en un film eran las opciones más cercanas.
No logró sin embargo conciliar el sueño. Los pensamientos atenazados irrumpían sin previa autorización. No habían sido pocos los últimos acontecidos.
Tenía pendiente desde hace tiempo "Cuore sacro" de Ferzan Ozpetek, uno de sus directores favoritos: El baño turco, El hada ignorante, La ventana de enfrente ...
Esta vez se trataba de Irene, que empieza por descubrir con un camino más laberíntico que el de un viaje en sí, la habitación de su madre, intacta como si ella la habitase todavía.
Sin embargo no podría especificar el instante en que esa somnoliencia se apoderó de ella, y se vio en el mismo túnel, tal vez un subte o una estación.
Ella se despojaba de todo lo material. Empieza por sus joyas, las que entrega a un mendigo, su abrigo, su reloj -que ya no marcaría las horas-. No sería necesario.
Gente que se amontonaba a observar la situación, que tomaban sus pertenecias ...
Así como había sido en aquel mar, donde empezó por quitarle la batería a su celular, no sin antes responder algunos llamados y textos pendientes.
Regalar su tapado "Malamada" casi sin estrenar y recibir una lapicera a cambio, "señal de que él había estado antes en el mismo sitio". Un desencuentro más.
El destino aún no los ha vuelto a reunir.
Se vio en esa estación, que en este caso era Italia, o la de su mar ...
Sintiendo la misma necesidad, la de continuar el camino libre de mochilas, de cargas.
En ninguno de los casos lo supieron entender. Ambos terminaron en un inexplicable aislamiento.
Le preguntaron quien era ella. No respondió Irene. Y sí, sin vacilar todos los nombres que le vinieron en mente. Todas aquellas almas pares que ya formaban parte de su ser.
Uno. Ella era uno, uno y los demás. Ella era ella y todo lo vivido. Ella y las historias de todos los que habían quedado lacrados en su "cuore sacro".
Y ella, ella era también Irene.

14 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Antes de que me riñas.
Es probable que no lo haya entendido todo.
Pero aún así:
ME GUSTA.
Y a lo mejor lo entendí todo.
Incluso mejor que tú.

:P

Besos.

Alís dijo...

Todo va sumando. Por más que nos despojemos de cosas, sólo nos libramos de lo material. Lo demás, lo vivido, lo soñado y lo deseado sigue en nuestra mochila. Por siempre.
Un beso

Anónimo dijo...

Me ha parecido muy lindo Rochitas, mañana sin embargo le pego otra mirada y no me pasa como a Toro eh?!!
:-)
beats

Lucía dijo...

Sigue en la mochila de la vida, todas aquellas cosas que en un momento formarón parte de ella...
Todo cuenta, Rochitas.
Un beso.

Anónimo dijo...

Un texto maravilloso, amiga. Hay dolor en ese enfrentarse al mundo, sin ganas, sin nada de lo que teníamos, despojándonos de todo lo material, desnudos...Pero a pesar de todos los gestos no nos podemos librar de nuestra propia mente, de los recuerdos del laberinto de nuestra memoria, del bagaje que siempre nos acompañará en esta vida.

Un texto bellísimo.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

me confunde un poco su texto, pero sí dejaré constancia del sentimiento de soledad, de final, y re-comienzos que me ha dejado.


ya me lo explicará.

besos

Yemaya dijo...

Estoy con Alís, por mucho que queramos deshacernos del equipaje que llevamos en nuestro corazón, cosas del pasado, siempre vendrán con nosotros a cada paso, nos guste o no.
Me gustó el texto.
Un beso y un susurro muy dulce

© Capri dijo...

Hoy tu texto me gustó.

Una perla nace de un grano de arena . Ese grano con el paso del tiempo se convierte en una joya para la vista.

Asi es nuetra vida, una capa tras,unas mejores que otras.

Uno. Ella era uno, uno y los demás. Ella era ella y todo lo vivido. Ella y las historias de todos los que habían quedado lacrados en su "cuore sacro".
Y ella, ella era también Irene.


Ella y su vida son un UNO

Saluditos

El Drac dijo...

se dice que los grandes actores tienen esa facultad de vivir sus personajes, yo no sé hasta qué punto pudan ser sus personajes mismos, creo que para actuar tan bien sus personajes deben ser una parte de ellos mismo. Un gran abrazo.

H. Chinaski dijo...

Despojarse de lo superfluo y externo para encontrarse en lo importante.

Buen texto.
Me gustó

Escribir es seducir dijo...

REALMENTE SORPRENDIDA!!!!!!!!!!! SE COMO ESCRIBE PERO LA VERDAD QUE ESTOS AVANCES ME VAN SORPRENDIENDO CREO QUE VA ENCONTRANDO EL CAMINO AMIGA ROCHIS. SI NACE ESCRIBIR DESDE LA MELANCOLIA, EL DOLOR, LA PASION, LA ALEGRIA DE LO QUE SEA ES VALIDO CREO QUE HAY MOMENTOS PARA CADA COSA Y LOS DUELOS MAS DIFICILES SON LOS QUE TIENE QUE HACER UNO CON SIGO MISMO.

SALUDOS

La paciente nº 24 dijo...

Todos somos personajes de nuestra propia historia, actrices de nuestra propia película. La vida es un film dentro de otro film. La realidad en el interior de los cines y la ficción fuera de pantalla. Todo se mezcla. Todos podríamos ser Irene o ella o uno, para arrancarnos las baterías o regalar las joyas. Es un acto de despojo.

Sira dijo...

Me apunto a los comentarios ;) Me ha encantado la manera con la que has narrado esta pequeña historia. Poco a poco, sin prisas, tranquilamente. Y el final maravilloso. En perfecto equilibrio con el resto. Enhorabuena.

Mauri dijo...

... al fin y al cabo sabemos leve

mente quien (o qué) somos. En ese

instante comienza el desapego; pu

es reconocemos la suma de minutos,

individualidades y multiplicidades

que componen nuestra sincrona e i

ncierta existencia. BESO <3

 
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